Crónica de una fiesta electrónica

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Freedom 2014
Crónica de una fiesta electrónica
Alrededor de 4000 personas se reunieron en un espacio de libertad, movimiento y expresión, que se abre como plataforma para la escena local
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Fotos cortesía

Al mediodía, el sonido que los djs mezclaban en sus tornamesas y mixers se oía retumbar desde afuera de Plaza Mayor. Los más entusiastas que no pensaban perderse ni media, hacían la fila para entrar al Freedom, Festival Internacional de Música Electrónica, que se realizó por segunda vez en Medellín, el pasado fin de semana, desde las 12 m del sábado 15 de marzo hasta las 4 am del domingo 16 de marzo.

En tres ambientes diferentes se vivió este festival donde se unen diferentes sonidos electrónicos como el techno, el house, el tech house, el minimal y el deep: el Gmid (Good Music I dance) Arena en el Pabellón Verde, una plataforma para los djs que dentro del underground hacen parte del mainstream; el Medellín and Beyond en el Pabellón Blanco, dedicado a djs clásicos, orgánicos y experimentales del underground; y el Street Funk, un espacio lounge con bebidas, que conectaba a los otros dos y que servió de escenario a las propuestas locales.

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Fotos cortesía Mauricio Atencia

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Djs locales dejaron rodar la música aún sin público. A eso de las tres de la tarde se abrieron las puertas y pronto esos grandes salones en donde la música subía y bajaba, fueron ocupados según los sonidos iban seduciendo. En el reporte final: casi 4000 personas y no más de 8 mareos, según le informaron los socorritas al director del festival, José Luis Posada de MedellinStyle.

El Freedom es un festival que busca promover la esencia de la electrónica. “Aquí no tienes un dj famoso, sino propuestas musicales para que la gente se enamore de una electrónica artística donde surgen un montón de historias y sentimientos”, dice José Luis. -¿Por qué Freedom? “Este género es como un curador social que me ha enseñado a compartir con la la gente sin importar género o condición social. Estamos conectados con la vida, el movimiento, la expresión, el mundo, la evolución y el futuro. Hacemos nuevas cosas que nos permite la libertad del individuo y bailar con el otro en paz”.  

Los locales abrieron la fiesta

Dj Jaguar, el primero en el Street Funk, una vez bajó del escenario, revoloteó por ahí, al ritmo de la música de sus colegas. Algo de house y deep house, eso fue lo que tocó, algo suave para empezar. Álvaro Cardoso, quien se hace llamar Jaguar empezó a moverse en el mundo de las fiestas y la música electrónica desde hace quince años y como dj hace 7. En las fiestas tuvo acceso a los djs, a sus cabinas y a sus conocimientos. ¿Y qué djs le gustan? Algo acelerado, se le vienen a la cabeza: Marco Carola, Stacy Pullen y Snake. Antes de seguir su revoloteo, dijo emocionado por qué le gusta Paco Osuna: “porque Paco es puro baile, puro movimiento, todo el tiempo la gente está ¡arriba, arriba, arriba!”. 

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Fotos cortesía

En los djs jóvenes que están surgiendo en la escena electrónica de Medellín se pueden encontrar hechos comunes: nacer en una “época ochentera y noventera” al lado de padres que siguieron la onda del pop, el rock, el disco y el trance del momento; interesarse en los sonidos producidos por sintetizadores y acercarse a ellos en el resurgimiento de las fiestas de electrónica en el 2006, momento explosivo del techno y el minimal en la ciudad. Su comienzo se da en los toques de cada semana en bares, discotecas o fincas y si son constantes sus nombres empiezan a sonar, a reconocerse para ser invitados a más y nuevos y espacios.

Entre ellos están Jorge Jara (Jorge Jaramillo) de 22 años  y Nikol Claude (Julián Salazar de 23), que siguieron en el turno de la tarima. Desde hace cuatro años encontraron una energía complementaria para tocar juntos techno y mininal, y en ese tiempo han producido al menos 30 tracks con el sello MedellinStyle. Son reconocidos por hacer híbridos (mezclar pistas de otros djs y adicionarle sonidos propios) y lives (producción en vivo de música propia). Han tocado en el mismo escenario con el italiano Josep Capriati y el norteamericano Rick Wade, además de ser en 2012 los teloneros de Chemical Brothers. Participaron en el Freedom 2013, -¿qué esperan de este? “Vos de cada dj aprendes un poquito, por eso para uno, más que venir de fiesta, es aprender cosas distintas”, contesta Jara. -¿Y que encuentran en la música electrónica? “Libertad. Cuando escuchas una canción todo se desenvuelve en una letra. La electrónica te da miles de conexiones que vos podes imaginar”, dice Nikol.

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Fotos cortesía Mauricio Atencia

Andrés Gil, otro chico que hace 8 años viene formándose, estrenó tres tracks en el Medellín and Beyond,: Redo (Original Mix) y otro aún sin nombre, de su propio sello Refluxed Records y Freedom, para el label ucraniano DSR Digital. Al igual que otros djs locales su casa es Mansion Club, ubicado en la carrera 36 con la calle 10, en El Poblado, una discoteca que viene promoviendo su colectivo de djs desde el 2010. La fiesta apenas comenzaba y en este mismo escenario iban a demostrar su experiencia Robag Wruhme, de Alemania y Pär Grindvik, de Suiza. “Djs que quiero oír por ser del estilo que ahora me está cautivando, un estilo clásico que  vuelve a la producción y que mantiene esa fuerza de siempre”, dice.

El fragmento de una historia dj

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Solitario en el Gmid Arena, estaba Dj Morris, el nombre artístico que eligió Mauricio Rodríguez, la cuota local en este escenario. En Europa una francesa pronunció su nombre en ese acento bonito y particular, algo así como “Maourris”, pero en Medellín definitivamente quedó “Morris”. Es un dj de vieja data de la ciudad que empezó en la época en que la electrónica aún no había llegado a su boom (2001). En 1996, empezó como el músico que primero reconoce el espacio en el que se va a mover antes de serlo. Recibió boletas, requisó en la entrada, hizo inventarios.

freedom5Fue portero, mesero, barman, lightjockie. Como lighjocki llegó al dj y al fin a sus equipos y desde ese momento nadie lo paró. Recuerda que fue en “Ábsalon”, un “antro”, según cuenta, ubicado en San Juan con la 70, donde llegaba la gente que no podía entrar a  “Fortaleza”, la discoteca de moda de la época.

Después de explorar la música y saber que quería poner a bailar, empezó un proceso de aprendizaje de técnicas, formas, géneros y estilos. Lo suyo fue aprender en la calle, en la sensación de los after party en 1999, “lugarcitos”, casas, garajes, bodegas, fincas y bares, para después “cogerse de parche a Medellín” con los djs Julián y Fabían entre el 2000 y el 2004.

Sus influencias antiguas son Dj Boom y Dj Tuso, los locales que oía en la radio. En el 98, el español Cerati, y del 2009 hasta hoy, el canadiense Mathew Jonson. ¿A quién espera ver en el Freedom 2014? “A Rozzo, un tipo que nació en Suecia hace 54 años y que ha influenciado la música electrónica europea desde sus inicios. Tiene el proyecto
Fotos cortesía Mauricio Atencia

The Mountain People, por eso quisimos traerlo porque nosotros somos gente de la montaña”, finalizó sonriendo.  
 

Estalló la fiesta

Las nubes estaban entre rosadas y grisáceas, cuando Robag Wruhme ya tocaba en sus consolas. Los visuales en las pantallas del Medellín and Beyond, movió sensaciones diferentes a las luces intermitentes y coloridas del Gmid Arena que mantuvieron siempre arriba la fiesta con Sean Random, antes de la apertura internacional con el canadiense Hobo y el irlandés Matador, donde subió aún más. Un boom boom boom de múltiples interpretaciones tarareadas con lucidez o entre la psicodelia, el éxtasis y la embriaguez, cambiaba de nivel y provocaba una posterior euforia que buscaba permanecer.  En este escenario de fiesteros en el que la multitud se mantuvo, el sueco Alexi Delano sorpendió con nuevo techno y al fin subió el muy esperado español Paco Osuna, que a  más de uno le parece “un mounstro”.

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Fotos cortesía Mauricio Atencia

Del otro lado tocaba Robag, quien antes de cerrar, soltó la pista Around the world, de Daft Punk, que logró más de una conexión en ese momento, junto con los ojos rotatorios que salían en las pantallas. El underground y clásico Rozzo la rompió con toda. Su música y una mezcla de imágenes artísticas lograban cierta exquisitez y sugestión, cuando la fiesta estalló y llegó a su mejor momento, exactamente a las 12 am y a 23 grados centígrados. Se podía leer en la pantalla que siempre marcó la hora, afuera, en otro pabellón. Mientras Paco hacía su “traqueteo”, nos deleitamos con el gran Park Grindvik que mantuvo la plenitud de la euforia de quienes lo seguían. A una señal de cierre y las luces ya encendidas, la impotencia de no poder complacer a un público que con aplausos y gritos le pedía más, fue inevitable.

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