Carlos Rojas: una puerta en media manga

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La portada de esta edición de Vivir en El Poblado es una obra de Carlos Rojas, que hace parte del Museo Abierto de la Universidad de Antioquia. Una Puerta que nos invita a reflexionar.

En el patio central de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Ciudad Universitaria se encuentra “Puerta”, una escultura de Carlos Rojas que forma parte del Museo Abierto de la Universidad de Antioquia.

Carlos Arturo Fernández
Por: Carlos Arturo Fernández

Carlos Rojas (Facatativá, 1933 – Bogotá, 1997) es uno de los más interesantes artistas de la abstracción geométrica en América Latina. Pero en una época en la cual se extendió la idea de que una obra de arte geométrica debía ser considerada exclusivamente a partir de sus relaciones formales, sin buscar implicaciones adicionales de contenido, Carlos Rojas creyó que la geometría está cruzada por innumerables valores y significaciones filosóficas, religiosas, sociales y culturales. Por eso, cuando a comienzos de los años 80 se creó el Parque de Esculturas del Cerro Nutibara, resultó tan impactante la obra de Carlos Rojas: una especie de ventana que no se reducía a sus formas geométricas, sino que nos invitaba a no dar la espalda a la ciudad, sino a mirarla para redescubrir su belleza, sus desigualdades, sus paisajes y, en fin, sus realidades buenas y malas, lo que solo era posible si, como él proponía, volvíamos a entrar en contacto con ella.

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Tampoco la “Puerta” de Carlos Rojas en el Museo Abierto de la Universidad de Antioquia es solo geometría, sino que, además de disfrutar de sus formas puras y perfectas, nos invita a reflexionar: no cierra nada, sino que, desde cualquier lado que se la mire, nos permite abrirnos a aspectos diferentes del espacio que la rodea.

Normalmente, una puerta señala el límite de un espacio privado; al pasar la puerta entramos en espacios más sociales (incluso dentro de la propia casa) y, a través de puertas sucesivas, llegamos al espacio público. Pasamos de un espacio que es “mío”, donde defino mi yo en mi propio habitar, a espacios que se comparten o que pertenecen a otros. Por eso, una puerta en media manga no sirve para nada; no separa: es la imagen misma del sinsentido.

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Pero la “Puerta” de Carlos Rojas nos arranca de esa realidad habitual y nos pone a pensar. No define un espacio mío distinto del espacio de los otros; no podemos saber en qué dirección se entra (¿a dónde?) o se sale. Y mientras casi siempre pensamos que el yo se define en su habitar, aquí se nos induce a pensar que mi espacio es el espacio de los otros, y viceversa. Esta obra es una invitación a pensar en la otredad, a salir de la seguridad del encierro y a ponerse en el espacio del otro.

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Una puerta en media manga que nos hace intuir la profundidad de una idea obvia pero casi siempre descartada: todos, sin excepción, somos “los otros de los otros”, los demás de todos los demás.

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