La tierra sin humanos

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  Por: José Gabriel Baena  
 
Realizado en 2008, el documental seriado “Life after people” –La tierra sin humanos- ha venido siendo presentado en fragmentos desde hace meses en el History Channel, para asombro de desocupados por la crisis (“Hoy tampoco haré nada”) y desvelados por los negocios (“¿Cuántos millones me ganaré hoy?”). La hipótesis es sencilla: un día cualquiera, a las siete de la mañana, el planeta se despierta sin humanos, sin saberse por qué. Pudo ser un virus, una guerra iónica, cualquier cosa, el asunto es que a partir de ese minuto ya no hay nadie y, como sucede con las fincas cuando no se les mete mano un fin de semana, todo empieza a desbarajustarse: las hierbas crecen, los animales domésticos mueren o huyen convirtiéndose en salvajes –actualmente hay 400 millones de perros-, las centrales hidroeléctricas colapsan, todo se apaga, los edificios –la mayor parte con núcleos de acero en sus vigas- literalmente estallan por el óxido y se derrumban, todo lo imaginable. Paso por paso narra el documental la neo-evolución del planeta sin humanos desde el día uno, yo voy en el año 300 y no termina, y el asunto pinta muy interesante. El guión es tan bien llevado que el espectador no siente un ápice de tristeza por la especie sino al contrario un creciente interés por lo que pasará cuando no estemos aquí como cucarachas devorando este pastel que ya no dá para más.
La majestuosidad del derrumbe del petulante Imperio Humano en la serie de TV es semejante, sin dramatismos, a la espectacularidad de efectos de “2012”, esa otra película sí hecha intencionalmente para impresionar el ojo, un “cómic”, por un gigantesco equipo técnico bajo la dirección de Roland Emmerich. Aquí la tesis de trabajo es absolutamente científica y no tiene que ver con el apocalipsis cristiano que borrará a justos y pecadores, aunque se refiera de manera tangencial a las profecías mayas que dan todo por terminado hacia esa fecha: cada 640 mil años la tierra se renueva, literalmente como si la metieran en una lavadora o un “remolino chupamanchas”: Incendios y Diluvios son la combinación perfecta. La película se apoya en la Ciencia: hacia 1930, unos diez años después de comprobarse que la luz pesa, se descubrió que el Sol emite de manera permanente una especie de radiación denominada “neutrino”, una partícula 200 mil veces más pequeña que los electrones. Los neutrinos viajan a velocidades muy cercanas a la de la luz y son capaces, antes de disolverse, de atravesar una pared de acero de nueve mil seiscientos millones de kilómetros de espesor: un año luz. Los científicos le dicen materia caliente, aunque literalmente no tienen masa, y no saben por qué se disuelven al cabo de miles de millones de años, convirtiéndose en materia oscura fría, parte del universo negro. Los neutrinos atraviesan la Tierra todo el tiempo y los humanos somos traspasados a cada segundo por miles de millones de estas micropartículas, sin que nos enteremos, y no sabemos qué efecto “nos hacen”. En “2012” los neutrinos están super-calentando el magma líquido del centro de la tierra, los volcanes se activan, los terremotos provocan “tsunamis” de ocho kilómetros de alto, todo se sumerge y después sólo queda un continente elevado. El resto es agua. Habrá “Nuevas Arcas de Noé”, made in China. A los fanáticos del fútbol que vayan al África en 2010, les recomiendo que se queden por allá y que lleven flotadorcitos.
Pero no hay que ponerse tristongos: ya los noruegos se adelantaron: desde 2007, para salvar el futuro del planeta, unos 3 millones de semillas de diversas especies vegetales están guardadas en “la bóveda del fin del mundo”, excavada en el interior de una montaña rocosa situada en las islas noruegas de Svalbard, cerca del Polo Norte. Como una suerte de “Arca de Noé” moderna, la bóveda tendrá como objetivo salvar “la vida” de una guerra nuclear a gran escala, un impacto de asteroide o la destrucción de la Tierra por los efectos del cambio climático. El arca “será utilizada para restablecer la agricultura y permitir nuevamente que haya vida humana”, dicen. “Alberga semillas “críticas” de todas las partes del mundo, cada una de una granja o campo diferente: arroz, maíz, trigo, sorgo, berenjena, lechuga, patata. Si hay arroz, habrá chinos. Si hay maíz, habrá “cultura paisa”. El mestizaje “paisachino” producirá una nueva y malévola raza de piernas cortas y ojos amarillos. Si hay patata, significa que de nuevo habrá “MacDonalds”. En otro lugar del mundo deben de estar guardando pollos y marranitos. Y bajo el signo de la hamburguesa una nueva civilización de esclavos florecerá.

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