Carta desde San Onofre

Llegué a Sanguaré. Me recibieron con un refrescante granizado de mango biche. Imagínate el mango verde en textura de cristales de hielo, con toques de limón costeño y sal marina.
Y lo mejor de todo, comértelo debajo de la sombra de su propio árbol; un magno mango.
El mango de Sanguaré es un gigante. Está rodeado por una jungla de árboles nativos, que están repletos de vida silvestre. La naturaleza ha reclamado este territorio que ahora es despensa de frutas y vegetales nativos.

 

Carolina Daza
Por Carolina Daza / [email protected]

Es inverosímil pensar que este mismo lugar antes estaba reservado a la ganadería. De hecho, los alrededores de la reserva aún se pintan de res y desoladores paisajes en medio del arenoso calor costeño.

Alrededor del 75% de la contribución de Colombia a la crisis climática global proviene de la deforestación y el cambio radical en los usos del suelo. Nuestros bosques biodiversos se cambian por pastizales inertes.

Me voy de la Reserva Sanguaré para regresar. Estar bajo el magno árbol me dio más aire. Me recordó la importancia de darle nuevos propósitos a nuestra Tierra; al final es de todos.
Y cuéntame de ti, nunca olvidaré la jugosa hamburguesa vegana que me preparaste en mi última visita a Medellín. ¿Tienes nuevas recetas?

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