Somos ejemplos vivientes

En nuestra vida cotidiana, el poder del ejemplo y nuestras acciones diarias no deben ser subestimados. En el liderazgo, lo que hacemos y decimos tiene un impacto significativo en todas las personas que nos rodean, desde nuestro hogar hasta nuestros amigos y equipo de trabajo. Esta capacidad de influir e inspirar a otros es el núcleo del liderazgo efectivo.

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Según un estudio realizado por Harvard Business Review, los líderes que predican con el ejemplo y se involucran activamente en el desarrollo de sus colaboradores son más efectivos en inspirar a sus equipos. El 63 % de los empleados afirmaron que la coherencia entre las palabras y acciones de sus líderes aumentaba su lealtad, entusiasmo y compromiso con la empresa.

Nuestras acciones y palabras influyen en todos los que nos rodean, y la coherencia es clave para generar confianza. Vivir como si alguien nos observara y esforzarnos por ser mejores personas, manteniendo la consistencia entre lo que decimos y hacemos, es esencial para construir relaciones sólidas, familias fuertes y equipos compactos.

Como padre de dos pequeños, Clemente y Lucca, cada día me despierto pensando en cómo puedo ser un mejor papá. ¿Cómo puedo darles tiempo de calidad más que cantidad? ¿Cómo puedo contribuir al país que les quiero dejar? Estas son preguntas que me hago constantemente, sabiendo que mis acciones serán un gran ejemplo para ellos.

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John Wooden, en su poema El pequeño que me sigue, decía:

“Debo tener cuidado mientras camino

A través del sol de verano y la nieve de invierno,

Porque estoy construyendo para los años que van a ser;

Este pequeño muchacho que me sigue”.

Con cada acción y cada palabra, estamos trazando un camino que otros pueden elegir seguir, ya sea como ejemplo para nuestros hijos o para nuestro equipo de trabajo. El ejemplo no solo afecta el presente, sino que también construye un legado.

¿Cuáles son esos líderes que te inspiran? Según un artículo de la revista Leadership Quarterly, los líderes que dejan un legado positivo son recordados y respetados por más tiempo, influenciando a futuros líderes. Ese legado está asociado con resultados y comportamientos que sus seguidores interpretan como auténticos y de carácter.

Esforzarse por ser una mejor persona y mantener la consistencia entre palabras y acciones no solo beneficia a los demás, sino también a uno mismo. Vivir como si alguien nos observara todo el tiempo nos enseña mucho sobre nosotros mismos. La psicología positiva sugiere que la auto-mejora y la integridad personal están correlacionadas con niveles más altos de satisfacción y bienestar.

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La bondad en la vida diaria y la disposición para compartir aprendizajes y desafíos son esenciales en la cultura del ejemplo. Un estudio de la Universidad de Michigan encontró que los actos de bondad y el apoyo mutuo en el lugar de trabajo están asociados con un aumento del 20% en la productividad y una reducción del 40 % en el estrés.

Cada acción y palabra trazan un camino que otros pueden elegir seguir. La cultura del ejemplo es fundamental en todos los aspectos de la vida, desde el liderazgo hasta el desarrollo personal y profesional. Al esforzarnos por ser coherentes y vivir con integridad, no solo mejoramos nuestra propia vida, sino también influimos positivamente en aquellos que nos rodean.

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