Vapeadores y cigarrillos electrónicos: ¿Un placer asfixiante?

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La adopción del vapeo por parte de los jóvenes en Colombia es un grave problema de salud pública, y urge que se regulen este tipo de dispositivos. Una reflexión que comparte con los lectores de Vivir en El Poblado el concejal de Medellín Luis Bernardo Vélez.

En las películas que veíamos cuando éramos niños, había un aspecto que se repetía en los personajes principales de la historia, tanto quienes personificaban al malvado, o al protagonista, o la chica sexy: fumaban; eso les daba un aire de superioridad, como si el humo del cigarrillo los envolviera en un halo de misterio y les diera súper poderes.

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Y así, muchos crecimos con el fantasma de la adicción al cigarrillo, legitimado de alguna manera por las propagandas, la industria audiovisual o incluso los calendarios que nos entregaban cada año en época decembrina.

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Vivíamos calmándonos la ansiedad y el estrés con la nicotina, matando nuestros órganos con este enemigo silencioso.

Con los años, la reglamentación que existe respecto al consumo del cigarrillo se ha vuelto más estricta. Muchos países, incluido Colombia, prohíben la venta de cigarrillos a menores de edad y está estipulado, a las empresas que los distribuyen, poner en las cajetillas los efectos dañinos que produce el humo del tabaco en la salud.

Fumar incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, de cáncer de pulmón, de boca y otros problemas como la enfermedad pulmonar crónica.

Sin embargo, como se dice coloquialmente: “a rey muerto, rey puesto”; y esto es lo que ha pasado recientemente con nuevos artefactos que prometen desbancar y superar la adicción al cigarrillo; se trata del cigarrillo electrónico y el vapeador.

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Los cigarrillos electrónicos y vapeadores datan de 1963, cuando el inventor H.Gilbert presentó la primera alternativa al cigarrillo. En 2001 Hon Lik, un farmacéutico que perdió a su padre por un cáncer de pulmón, empezó a trabajar en un dispositivo que permitiría disfrutar de la misma sensación de fumar, sin exponerse a las sustancias tóxicas del cigarrillo.

De esta forma, los cigarrillos electrónicos empezaron a ser utilizados como reemplazo al cigarrillo tradicional.

Sobre esta nueva tendencia aún hay mucho qué decir, y sobre todo qué investigar. La primera de ellas es qué estudios médicos indican que el cigarrillo electrónico, lejos de ayudar, podría exacerbar más a quienes los consumen a seguir fumando, incrementando la ansiedad y exponiendo a las personas a una doble adicción, la de los cigarrillos electrónicos y la de los cigarrillos tradicionales.

De acuerdo con la investigadora Judith J Prochaska, del Departamento de Medicina de la Universidad de Oxford, el uso doble (tabaquismo más vapeo) no proporciona ningún beneficio para la salud y es bastante frecuente. La adopción del vapeo por parte de los jóvenes, que de otro modo no fumarían cigarrillos hoy, es un grave problema de salud pública.

Otro riesgo asociado es que no se cuentan con estudios sobre los efectos que puede causar a largo plazo el consumo de cigarrillos electrónicos. Recordemos que pasaron décadas antes de que la industria del tabaco se viera obligada a revelar los ingredientes de sus cigarrillos letales.

De los cigarrillos sabemos que contienen 7 mil sustancias químicas, de las cuales 70 son potencialmente cancerígenas. En cuanto a los vapeadores, se sabe que aunque no producen ni alquitrán, ni monóxido de carbono, en muchos casos sí tienen nicotina, sustancia altamente adictiva.

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Sumado a esto, los vapeadores tienen humectantes, aromatizantes y metales pesados como níquel, aluminio, cromo, hierro, plomo y estaño, de los que aún no se sabe cuáles efectos negativos podrían tener para la salud al ser inhalados.

Es una moda ligada a la publicidad, un “dejavu” de lo que pasó con el cigarrillo, que fue ampliamente aceptado socialmente durante muchas décadas y hoy sigue matando a millones de personas en el mundo.

Según datos publicados por el DANE, en el 2019 alrededor de 20 mil menores de edad en Colombia habían probado los cigarrillos electrónicos.

De acuerdo con el ministerio de Salud, el grupo que más consume este tipo de cigarrillos y vapeadores son el de entre 18 y 24 años, con el 11.92%, y el segundo grupo que más consume son los niños entre los 12 y 17 años, con el 6.71%.

Urge que en el país se regulen este tipo de dispositivos, puesto que mientras no exista una legislación clara al respecto, se estima que la cantidad de niños y jóvenes que los consuman sea cada vez más alta.

Necesitamos mayor investigación, campañas de prevención e información sobre los cigarrillos electrónicos y vapeadores. Solo de esta manera podremos adelantarnos a un problema de salud pública que se avecina y en el que estamos entrando a ciegas.

Luis Bernardo Vélez Montoya
Concejal de Medellín

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