El privilegio de votar

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Salir a votar el próximo domingo es ejercer un derecho que muchos países del mundo no tienen. Es un privilegio que tenemos los colombianos.

Llegó la hora… Este domingo 29 de mayo, los colombianos tenemos un encuentro con nuestro propio albedrío. Es el momento de valorar el privilegio que tenemos de participar en la escogencia de la persona que va a liderar el país, y, al mismo tiempo, sopesar la gran responsabilidad que pesa sobre cada uno de nosotros.

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De eso se trata: en la privacidad del cubículo, lapicero en mano, la marca del tarjetón debe asumirse como un acto trascendente, que tiene implicaciones personales y sociales. En lo personal, es el pleno ejercicio de la libertad; en lo social, es nuestra declaración de hacer parte de una comunidad.

“Cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no puede desentenderse olímpicamente de la política”. Savater.

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Según el filósofo Fernando Savater (Ética para Amador), la posibilidad de decidir es lo que nos hace humanos: “A diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo o inconveniente”. Para Savater, ese ejercicio de la libertad es la clave de la vida: “De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética”.

El derecho al voto libre es un derecho adquirido a sangre y fuego por los colombianos hace dos siglos, y nos ha costado mucho trabajo mantenerlo. No debe tomarse a la ligera, entonces. Y menos en esta, una de las jornadas electorales más candentes que hemos tenido en los últimos años.

Y no se trata solamente de votar a conciencia, sino, por supuesto, de salir a votar, es decir, entender que la democracia es un asunto de todos.

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Dice Savater: “Cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no puede desentenderse olímpicamente de la política. Sería como empeñarse en estar cómodo en una casa, pero sin querer saber nada de las goteras, las ratas, la falta de calefacción y los cimientos carcomidos que pueden hacer hundirse el edificio entero mientras dormimos…”.
Por eso, nuestra invitación es a ejercer ese derecho que muchos países no tienen, y que nos ha permitido, en medio de las adversidades, mantenernos en pie. Nuevamente Savater: “La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene”.

Que la equis que marquemos en el tarjetón sea una declaración de libertad, un planteamiento ético. Que, en el silencio del cubículo, no nos perturbe ya el bullicio de los discursos, ni la camisa de fuerza de las encuestas, ni la opinión de otros que no seamos nosotros mismos.

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