Tatiana Tibuleac: la escritora de belleza descarnada que toca las fibras

Nació en Moldavia y dejó el periodismo para escribir literatura. Conversamos con ella en su paso por la Fiesta del Libro y la Cultura.

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No importa si naciste en Medellín o en algún pueblo de Europa: este libro te va a mover las fibras o tus recuerdos. Puede ser que en algunas partes quieras soltar el libro, llorar o te devuelvas al pasado, para ver cómo fue en tu caso. 

Estamos en un salón con murales de colores. En un costado de la mesa está sentado Enrique Redel, editor de Impedimenta, la editorial española que publicó en español “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes”, escrito por Tatiana Tibuleac, una autora que nació en Moldavia y antes de dedicarse totalmente a la literatura, trabajó como periodista, traductora y correctora. Después de pasar por la televisión y ser reconocida en su país, pasó a la escritura de relatos con “Fábulas modernas” (1991), el primer libro que escribió. 

Enrique Redel cuenta que al principio escuchó los rumores sobre ella y ese libro que lo conmovió, como a todos. “Yo no conocía a Tatiana y de pronto empiezo a escuchar a otros editores y personas cercanas decirme que la lea. Lo decían con insistencia. Cuando llegó el manuscrito comprobé lo que todos me decían: este es un libro que te toca el corazón y te lleva a pensar en tu familia, en la relación con tus padres o en tus hijos”, dice este hombre que disfruta estar en Medellín y hacer alianzas con otras editoriales. También dice estar listo a publicar lo próximo que escriba Tatiana, la autora que tiene a un lado de la mesa y da entrevistas mientras él sigue entre letras. 

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Enrique Redel es el editor de Impedimenta, la editorial que publicó en español “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes”.

Tatiana, cuando uno empieza a leer sobre este libro, conoce reacciones en varios idiomas, países y ciudades. ¿Siente que su literatura ya es universal, es decir, que toca a todas las personas?

No sé si sea universal y me sentiría un poco arrogante si la defino como tal. Lo único que tengo claro es que trata temas que nos tocan a todos: el amor, el odio, una familia, nuestra madre o padre, lo que nos pasa cuando tenemos hijos. 

Usted viene del mundo del periodismo en el que es vital comprobar cifras, datos, relatar la realidad. ¿Cómo fue el paso al mundo de la literatura?

Cuando escribí este libro, sentí lo mismo que siente una mujer cuando llega a su casa y se quita los tacones después de una fiesta o un día largo: sentí descanso y liberación al poder escribir en la forma que yo quería y creía posible. Me sentía satisfecha de poder crear una historia en la que pueden suceder otras situaciones o en la que yo tenga influencia sobre la vida. Esta parte es de las cosas bonitas de la literatura: lograr, a través de las letras, que alguien viva, se encuentre con alguien o tenga una experiencia que no sucedió en la vida real. 

¿Hubo una experiencia particular que la llevó a escribir este libro?

Ser mamá me llevó a tener sentimientos que no tenía antes: como, por ejemplo, el miedo a que a ese hijo le pasara algo. Esa sensación de ser responsable de la vida de alguien y al mismo tiempo no poder tener certeza de lo que va a sucederle porque se trata de otra persona que depende de mí y es ajena al mismo tiempo, me llevó a tener esos sentimientos. Creo que convertirme en mamá ha sido tal vez la experiencia más fuerte que he tenido porque me hizo pensar en algunos temas y a tener otros sentimientos. Muchas veces la gente cree que este libro es sobre mi madre o mi familia. Es más bien sobre las ideas, miedos y pensamientos que me han producido algunas situaciones o lo que he visto alrededor. 

Este libro ha sido un éxito literario y sigue sumando traducciones. ¿Hubo algún método para armar este relato?

No tuve una estructura o un método específico. Consistió en sentarme a escribir y dejar que saliera todo lo que tenía que decir. Creo que fue una mezcla entre inspiración y disciplina. 

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Uno de los elementos que llama la atención de este libro y de su mirada del mundo es su capacidad de encontrar belleza en situaciones difíciles o distintas. ¿Podemos decir que este es un elemento fuerte en su obra?

Creo que puedo encontrar la belleza en situaciones difíciles y dolorosas y no busco la perfección. Estamos en un mundo donde, por ejemplo, a las mujeres les piden que se vean perfectas después de tener un bebé o de pasar por un procedimiento médico. También se trata de ver los momentos de una forma distinta. Antes, por ejemplo, pensaba en lo ocupado que estaba mi padre. Hace poco vino a vernos y fueron unos días bonitos con mis hijos. Ahí pensé que cuando era niña, él trabajaba para que yo estuviera bien y yo a veces no lo entendía. Esta, por ejemplo, es una forma de amor y de ver una situación desde un lado distinto.

¿Qué significa para usted venir a una ciudad tan lejana como Medellín y encontrarse con personas que se emocionan al conocerla?

Después de llegar al aeropuerto y empezar el camino, me emocioné al ver todas esas luces encendidas de la ciudad y al conocer personas que me sonríen, me cuentan cómo se sintieron con el libro. Todo, para mi, aun es un poco increíble. 

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