Que sirva la experiencia

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Que sirva la experiencia
Que la experiencia adquirida en el desarrollo de las comisiones accidentales (como la del ruido, y la más reciente de Manila) sirva de insumo para afianzar la convivencia en El Poblado

Cuatro años ajusta la comisión accidental del Concejo de Medellín que trata de encontrar soluciones a los problemas de convivencia generados por el ruido en sitios nocturnos en algunos sectores de El Poblado, como el Parque Lleras y zonas aledañas a la Zona Rosa.
Sin embargo, pese a la buena voluntad de concejales como Santiago Martínez, las cosas parecen no mejorar de manera ostensible, sencilla y llanamente porque las quejas de los residentes siguen presentándose. Esto no significa que no haya algunos empresarios o dueños de locales que estén comprometidos con la buena convivencia y el programa Rumba Segura (de la Alcaldía), que hayan insonorizado sus locales, o cumplan con los estándares establecidos para el nivel máximo de decibeles en zonas como las mencionadas. De hecho, la Federación de Comerciantes de la Noche (Fedecom) acaba de reportar que gracias al protocolo de Rumba Segura, documento creado por la Mesa de Ciudadanía de la Noche y autoridades locales, “fueron certificados 260 establecimientos comerciales, se han invertido más de mil millones de pesos en la adecuación y mejoras de los establecimientos comerciales, insonorización, cámaras y alarmas, que han mejorado la convivencia entre los vecinos de estos establecimientos y la seguridad para estos y para quienes disfrutan de las actividades nocturnas”. Agrega Fedecom que “gracias a la extensión de horario, el comercio de la noche ha generado 3.000 empleos directos y 1.100 indirectos” y que la puesta en marcha de este protocolo ha logrado, por medio de la pedagogía y la cultura, “contribuir con la disminución de los homicidios, la accidentalidad vial y la contaminación auditiva”.
Sin embargo, como decíamos, estos datos halagadores no son suficientes. Está claro que una o algunas golondrinas no hacen verano y que en un asunto tan sensible como el del descanso al que tienen derecho los ciudadanos en áreas que tradicionalmente habían sido residenciales no basta la buena voluntad de unos pocos.
Ahora, cuando se aproximan las discusiones para establecer el próximo Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín (POT), es bueno que el Concejo de Medellín, además de sentar en el banquillo a los funcionarios de la Alcaldía para pedirles rendición de cuentas de su gestión –lo cual, por supuesto, es necesario- también ayude con propuestas concretas y resultados contundentes. Que la experiencia adquirida en el desarrollo de las comisiones accidentales (como la del ruido, y la más reciente de Manila) sirva de insumo para afianzar la convivencia en El Poblado, entre otras cosas mediante normas claras del POT que no dejen lugar a ambigüedades.

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