Por su extraordinaria belleza fue elegida Susy Primera

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Por su extraordinaria belleza fue elegida Susy Primera
El sistema internacional del arte contemporáneo, formado por el mundo de subastas, coleccionistas, museos, galerías, revistas y demás, nos han llevado en los últimos años a concepciones que dejaron atrás las violencias de los más duros expresionismos.

Seguramente hubo excesos en esa dirección. Pero condenarlos al olvido equivale a renunciar a muchos de los logros más trascendentales de la cultura moderna: aquellos que nos enseñaron a valorar la subjetividad y la fuerza de la experiencia por encima del imperio tradicional de la racionalidad lógica.
Carlos Granada (Honda, Tolima, 1933) es uno de los artistas más revolucionarios de la historia del arte colombiano, aunque ya no se recuerden sus conflictos con el arte oficial que, casi sistemáticamente, exigía el desmonte de sus exposiciones. Parecería que muchas veces el silencio es el medio más eficaz para imponer el olvido y, quizá por eso, de su generación recordamos sobre todo a los artistas abstractos o a los figurativos menos dramáticos. Pero Carlos Granada nos sigue recordando, como él lo ha dicho, los extremos de la existencia humana, que definen lo que en realidad somos.
“Por su extraordinaria belleza fue elegida Susy Primera”, es una perturbadora pintura al óleo sobre lienzo, de 102 por 73 centímetros, realizada en 1965, que se encuentra en la colección del MAMM. La imagen es de una extraordinaria violencia, tanto en lo formal como en lo temático. Y ambas dimensiones están vinculadas.
La fuerza expresiva no procede, en primera instancia, de los rasgos de la mujer representada sino de los brochazos dramáticos y casi incontrolados, de los colores que se empastan y ensucian, de los contrastes de “mal gusto” y, en fin, de todos esos elementos que podríamos identificar como de una “mala pintura”. Es como si se lograra crear a partir del caos y el desorden. Pero el asunto no se detiene en lo formal sino que habla del deterioro de la existencia. Más allá de la presencia de la sexualidad como fuerza vital, “Susy Primera” parece exhibirse para la explotación, tratando de ocultar tras la carga de maquillaje la desaparición de su mundo interior.
Y cuando se piensa que, como es evidente, con “Susy Primera”, Carlos Granada hace referencia directa a los reinados de belleza, descubrimos que la obra plantea una carga histórica adicional: esta monstruosidad es todo lo que nos queda de la belleza ideal que los artistas buscaron a lo largo de los siglos. Aquella perspectiva era justamente un ideal, la manifestación simbólica de las más altas aspiraciones humanas, y no tanto el reconocimiento de la belleza física de algunas personas. Por eso, la “extraordinaria belleza” de “Susy Primera” no es para burlarse de la mujer que representa, sino para gritar, con toda potencia, que su reino, es decir, nuestra sociedad, nuestra historia y nuestra propia existencia son mundos de degradación y de horror, sin ideales ni valores. O, al menos, que en eso los hemos convertido.
Hace casi medio siglo, “Por su extraordinaria belleza fue elegida Susy Primera”. Y aunque prefiramos mirar hacia otro lado, sigue hablando de nosotros mismos.

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