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Plan de ruta para la nueva JAL

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  Plan de ruta para la nueva JAL  
     
 

Este año bisiesto se cumplen 40 de que fueran creadas las Juntas Administradoras Locales como una de las transformaciones propuestas por la reforma constitucional de 1968. Solo 18 años después, en 1986, estas entidades fueron reglamentadas y puestas en marcha. Y como muchos de los entes administrativos del país, este tampoco ha logrado alcanzar la respetabilidad y alcanzar la debida valoración por parte de los ciudadanos, a más de que muchos ediles no saben qué es ser miembro de las Jal.
Además de servir para ser este el primer paso para que los líderes ciudadanos se den a conocer y aprendan de primera mano las dificultades y vicisitudes que significan unas elecciones, también tiene como propósito acercar a las comunidades a sus representantes, un camino de doble vía.
Por casi veinte años hemos reseñado las labores de las Juntas Administradoras y casi sin falta, período a período los ediles han defraudado a la comunidad de El Poblado; no todos, claro, pero en cada período ha habido grandes decepciones. Las luchas particulares, el poco entendimiento del objetivo de la Junta y el desprecio que las administraciones municipales les ha dado, han hecho que estas asambleas comunitarias sean el camino a la decepción y no propiamente al aprendizaje de lo que significa la democracia participativa.
Hemos oído lo que pretenden hacer en su período algunos de los ediles, y en sus palabras se denota un gran desconocimiento de las reales posibilidades de estos entes, que ante todo deben servir de puente entre el Concejo y la Alcaldía con su comuna.
Este año El Poblado cuenta con una nueva Jal a la que desde aquí le pedimos mayor orden, mayor capacidad de trabajo en equipo y sobre todo mayor coordinación con las Juntas de Acción Comunal y con las distintas veedurías ciudadanas que en este caso serían la instancia básica de la democracia y en las que los ciudadanos se ven representados en sus intereses más cercanos.
Ya tuvimos la experiencia de una Jal que renunció en masa, otra que simplemente quedó reducida a unos pocos miembros y la que acaba de terminar su período que en conjunto no logró trabajar unida por un propósito común, sino que se dividió los temas de la comuna, como si fueran del fuero personal de cada uno de sus miembros.
Las tareas son muchas, pero en la medida en la que la Jal delimite claramente sus funciones, a la luz de la Ley y no de sus aspiraciones, alcanzará ese respeto y reconocimiento que por casi 40 años se le ha negado. Por el bien de la Comuna 14 les deseamos mucha suerte.

 
 
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