Skate con alas femeninas

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La primera patineta de Eva Bejarano Velásquez fue una de juguete que vendían a un precio módico en un almacén de cadena. Sus padres se la regalaron en enero pasado, un mes antes de que cumpliera los seis años. Con ella hizo sus primeros giros, cuando comenzó con las clases en el Parche Escuela en Envigado, su papá Jorge tuvo que comprarle una tabla de mayor perfil.

Por: Sebastián Aguirre Eastman

El pasado sábado fue la primera clase del actual ciclo del curso que organizan Juan Pablo Gallego y su equipo en el Viga Skate Park de Envigado. Eva tomó su tabla y rodó feliz por el escenario. Calzaba unos tenis Converse negros con un jean gris entubado, gorra negra con visera rígida y una camiseta negra con la espalda descubierta rematada con un top rosado deportivo. En su mano izquierda lleva dos manillas y una más en la derecha. Su cabello es largo en el lado derecho y corto en el izquierdo.

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“Ella es muy aficionada a los deportes extremos, muy alternativa en sus gustos, con una estética muy urbana. El año pasado estaba en clases de patinaje, pero le atraía el skate. A comienzos de este año hubo un festival en el Viga Park y Valentina Salazar -una de las mejores skaters del país- la animó mucho, al punto que Eva nos pidió que la inscribiéramos”, comenta Jorge, curador de Proyectos Especiales en el Museo de Arte Moderno de Medellín.

Derribando estereotipos

El sábado, Eva era una de las dos niñas en pista. La otra era María José González, de nueve años. En otros ciclos, cuenta Mauricio Quintero, del grupo de Parche Escuela, han tenido hasta grupos enteros de niñas, pero por las diferencias en edades y en capacidades, decidieron que ambos géneros estuvieran integrados.
De a poco las niñas se han ido ganando su espacio en un deporte que ha tenido mayoría de presencia masculina en todas sus categorías; quizá, como asegura Mauricio Quintero, por algunos estereotipos que se fueron sembrando en la sociedad respecto a que el skate, por ser un deporte urbano, se relaciona con consumo de drogas y otras prácticas indebidas.
El Parche Escuela, dice Juan Pablo Gallego, se ha encargado de derribar muchos de esos mitos, aunque claro, es consciente de que hay practicantes que no se comportan como se debe.

Con poder transformador

Heidy Gaviria no sabe de dónde sacó María José la goma por el skate, pero le alegra saber que a su hija no le da pereza madrugar un sábado para asistir a clase. La nota motivada, animada, sobre todo, muy empoderada de su deporte.
“Siempre le han gustado los deportes algo bruscos, estuvo un año en BMX, y a comienzos de este año nos pidió, no sabemos por qué, que le regaláramos una patineta y luego que la inscribiéramos en clases. Comenzó hace un mes y aunque al principio sentía susto, ya ha ido avanzando”, comenta la mamá.
Lo mejor para su hija ha sido que se integra con chicos de la misma edad, con quienes comparte trucos y técnicas.
A los cursos de Parche Escuela entran niñas desde los cinco años, pero el Viga Park también está habilitado todos los días de la semana entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche para quien desee hacer prácticas libres.
Con las más menores, Mauricio Quintero explica que al inicio les trabajan la familiarización con el deporte, que conozcan la tabla, que aprendan a sostenerse, para luego conocer técnicas y movimientos.
Claudia Velásquez, la mamá de Eva, resalta las libertades que la niña ha adquirido a través del skate, además que pese a ser un deporte en teoría individual, ella ha aprendido a pensar de forma colectiva cuando tiene que aprender un nuevo giro.

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