Naturalmente, expedicionarios

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Naturalmente, expedicionarios

 

 

“La primera impresión siempre es única. El primer amor, la primera aurora, el primer contacto con una isla de los mares del Sur, son recuerdos aparte en nuestra vida, y han hecho estremecer en nosotros, hasta la emoción, una especie de virginidad de los sentidos”.

R.L. Stevenson lo hizo con Los mares del Sur y sus historias de piratas, ladrones y soñadores… y junto con él, juglares, historiadores y creadores de fantasía se apoderaron del recóndito lugar ubicado en los recovecos de la mente en el que resguardamos el inconsciente colectivo de los ‘sueños de expedición’.

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No existe quien en algún momento de su vida no haya fabulado con su propia odisea, la búsqueda de un cofre con doblones, el secreto tras el Ábrete Sésamo, el hallazgo de la piedra de los alquimistas, un boleto de cortesía en el batiscafo de Cousteau o un puesto en primera clase en un trasbordador. ‘Expedicionarios’, ‘exploradores’ y ‘aventureros’… nadie está inmune al vértigo de la búsqueda; sin embargo muy pocos se atreven a salir tras su ‘santo grial’.

Sin embargo, y sin ir muy lejos, sin recurrir a utilería de Survivor, sin sombrero de Indiana Jones ni chalecos con dientes de mamut como botones… de aquí, de nuestra ciudad, hay quienes han salido a hacer su propia expedición. Y, a través de las huellas en la tierra y la orientación del sol, han encontrado su mayor tesoro.

 
     
 

Franco Ospina, expedicionario del océano
Quién:
Franco es instructor Padi y buzo industrial. Participó en Expedición América 500 (1992), fue capitán de la expedición Natibo Visa (2004) y, desde 1993 es director de su propio centro de buceo en la Transversal Inferior.

 
 

Su aventura: ‘El caminante del viento’ es el nombre de una aventura en la que el capitán Ospina le dará la vuelta al mundo en un velero, con una tripulación de tres navegantes colombianos más, y en la que recopilará valiosa información sobre el estado del medio ambiente en diferentes lugares del planeta, la calidad del agua, las poblaciones de fauna marina y los estragos producidos por el calentamiento global. El punto de partida y el de llegada será Santa Marta y la materialización de la odisea serán notas informativas para los noticieros nacionales, cortos cinematográficos, un reality de expedición, un documento científico y un anecdotario sociológico.

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Su tesoro: Para Franco no existe barco pirata repleto de riquezas y naufragado en el fondo del mar más valioso que el recurso del agua, al respecto afirma: “Debemos concientizarnos de que éste es un recurso finito y vulnerable, pero imprescindible para la vida y el desarrollo. Somos el quinto país más rico en recursos hídricos y solo tenemos datos de aguas subterráneas contaminadas, ríos que pierden más del 25% de su volumen y una lista interminable de problemas medioambientales asociados.

El mensaje: No en vano el punto de partida de la expedición ‘El caminante del viento’ parte de la costa del Tayrona. Según reza la cosmogonía de los Koguis: “Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro. No había sol ni luna ni nada. El mar estaba en todas partes. El mar era la Madre”.

 
     
 

Gabriel Bedoya, expedicionario gastronómico
Quién: Antropólogo, exdirector de Estrategia /TBWA, Colombia. Es buzo hace 23 años.

 
 

Su aventura: De todas las expediciones que ha hecho en su vida, sin duda fue la primera como antropólogo la que se le reveló como el encuentro con “La tierra prometida”… “¡Créanme! Este lugar existe, lleva el nombre de Old Providence, una pequeña isla al noreste del mar de las Antillas”, espacio que le permitió descubrir las relaciones existentes entre lo que comemos y el ecosistema. “Los isleños interactúan con el medio ambiente para reproducir la vida”.

Su tesoro: El mayor descubrimiento de Bedoya es el mensaje que liga medio ambiente, cultura y gastronomía, que le fue dado en su recorrido por la isla colombiana: “Lo que nosotros ponemos en el plato es una fotografía del ecosistema que habitamos y de lo que pensamos. Como dice Marvin Harrys, ‘lo que es bueno para comer, es bueno para pensar’. En Providencia manejan el concepto de equilibrio en lo que se cosecha y lo que se ingiere, con una lógica cultural de autosubsistencia. Un león no mata dos cebras para alimentarse y solo come hasta que calma el hambre, lo que quiere decir que no podemos depredar más de lo que podemos consumir, algo muy difícil de entender y extrapolar a la sociedad industrial. El consumo humano debe ser sustentable, más que sostenible”.

El mensaje: “La naturaleza no existe desligada de lo humano. El discurso verde heredado de los setenta nos ha hecho creer que la ecología consiste en cuidar los árboles y los pajaritos. Pero esta debe partir del reconocimiento del otro como un igual, es decir, del verdadero respeto por los demás”.

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Periodista Agenda del Mar.

 
     
 

El futuro de las ballenas

 
 
 
 

 
 

La cacería de las ballenas empezó desde el siglo XI; la matanza aún no ha terminado. Para evitar la extinción de los gigantes del mar se creó en 1986 La Comisión Ballenera Internacional (CBI); a través de ella se estableció en 1986 una moratoria que prohibe la caza comercial y asigna unas cuotas de captura para cada país miembro, por razones científicas o alimentarias de comunidades aborígenes. Esto significa que siguen matando más de 2000 ballenas anuales.

La recuperación de las poblaciones permitió el inicio de una nueva industria turística, el avistamiento, una forma de uso no letal que ha permitido el desarrollo de más de 500 comunidades costeras y hoy mueve miles de millones de dólares.

Las reglas establecidas deben aprobarse cada año en una reunión de la CBI en el mes de junio, sus miembros están divididos entre los países balleneros y los que están en su contra. La reunión Nº 59 se llevó a cabo en Anchorage (Alaska); al ponerse en juego el futuro de las ballenas se destacó la defensa realizada por el bloque latinoamericano integrado por 9 países: Brasil, argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Panamá y Perú, que inclinó la balanza hacia la conservación, manteniéndose la moratoria por un año más. Una buena noticia a la que se agrega el que Colombia se hizo por fin miembro de la CBI.

 
 
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