Mi aliado anaranjado de la primavera

Me gusta curiosear qué piden los demás, cómo entretienen vista, olfato y gusto. Y vi que esta fue la bebida que hizo furor. Sus efectos se extenderán al verano.

Lo conocí en una primavera distinta de la Eterna; me lo encontré en la europea, que por esos días ofrecía 17 grados, cielos azul celeste, luminosidad intensa y vientos que recordaban que el invierno volverá. Todo ocurrió en la fantástica Italia y ese día decidí dejar la indiferencia.

Porque en Medellín ya lo había descubierto y poco y nada ocurrió. Fue a mi mesa, tuvo un par de gestos y al final no sobresalió. Pero, claro, una buena compañía, la actitud, el entorno y el clima son transformadores. Y así fue esta vez. Eran las horas de la encantadora Piazza Vecchia, en Cittá alta, Bérgamo, donde todo sabe, huele y se siente especial, y esta vez fue la figura de la jornada. Encantamiento a segunda vista.

Tan anaranjado que a nadie se le escapa de la vista, hacía maridaje de colores con el azul celeste primaveral, el hueso medieval de los edificios de Bérgamo y los cuadritos blancos y rojos de los manteles del lugar. Y no solo está dotado para robarse las miradas y así lo volví a comprobar en otras mesas en la strada della Repubblica, del centro de Parma; en Piazza Roma, en Módena; y en más lugares que dejé de enlistar. Sus gestos van más allá de la estética y ofrecen notas amargas, dulces y saladas, toques de hierbas y de madera, y en aromas presenta naranja, herbales y vainilla.

Según mis miradas -me gusta curiosear qué piden los demás, cómo entretienen vista, olfato y gusto-, fue la bebida que hizo furor en la primavera italiana y en la isla de Malta. Es el Aperol Spritz, mi aliado anaranjado de la primavera, y no solo el mío. “Si hay buen sol, baja solito”, me dice el pizzero radicado en Medellín, Giancarlo Mazzarino, de Pane e Pomodoro.
Ganó popularidad para Italia desde Venecia en los 30, en la posguerra, y hacia 1980 se lanzó a conquistar el mundo con su mezcla de naranjas, hierbas y raíces y 11 % de alcohol y, para seguir con Mazzarino, “es ideal para tomar antes de comer y con pizza va muy bien, en especial con la capricciosa y con la de crudo y burrata”.

En Europa se toma vino, también cerveza; eso sí, de las gaseosas casi ni se habla, pero este anaranjado se abrió el mejor lugar en la pasada primavera y con efectos en el verano. Y tiene todo el sentido, en opinión del bartender argentino Juan Basquez: “Los aperitivos italianos se dejan compartir y el Aperol es especial con su dulce y amargo y sus burbujas”. La receta aprobada por International Bartenders Association indica llenar con hielo una copa para vino blanco, tres partes del italianísimo Prosecco, dos de Aperol, una de soda y una rodaja de naranja. “Imagínense compartir un plan en una terraza, al atardecer, con quesos y picadas. O en la playa, como coctel de las 11 a.m., o para calentar motores al final de la tarde”.

En Medellín no hay primavera, pero sí Eterna. Y vienen las vacaciones en modo Santa Fé de Antioquia, El Peñol, ni se diga Cartagena y, por qué no, un tardeo de sábado bien acompañado en la casa. Si buscan aliado, ahí les dejo una buena pista llena de hielo y muy anaranjada.

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