Llegó el cartero, Federico

Mi amiga Fulanita, la que no tiene filtro ni columna de opinión -y de la que ya les he contado en anteriores oportunidades-, me mostró una carta abierta que dirigió al candidato Federico Gutiérrez. “Como ahora quiere ser el alcalde de la gente, y yo soy gente, tengo el derecho (deber) de comentarle, sin mandarle a decir con nadie, algunas cosillas -irrelevantes en apariencia, pero a la hora de la verdad fundamentales en su relación con quienes vivimos y trabajamos en Medellín-, que se ventilan sotto voce en corrillos de importantes que siempre están hablando no-para-sostener”, me dijo. “Al destinatario le resbalarán, seguro, pero cumplo con dejar constancia”. 

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Y yo, a sabiendas de lo fácil que es dar papaya a los acuciosos bodegueros de las redes -generalmente los “istas”: petristas, quinteristas, uribistas, federiquistas…- que siempre están listos a caerle a quien no les marque el paso, comparto a continuación, algunos de los asteriscos incluidos en la epístola.

* Ser el candidato “de la gente” y ser fiel a su esencia, no significa que usted, ya cincuentón y con la frente amplia, ande por ahí descamisado y con los cachumbos al viento, como si estuviera anclado a los semáforos de El Poblado en los que, en aquellos verdes años, repartía volantes para que lo eligieran concejal de la ciudad. En ese entonces le lucía la facha. Ahora lo identifica con el síndrome de Peter Pan y les resta seriedad a sus propuestas.

* Hacer declaraciones a los medios, uno de sus pasatiempos preferidos -el alcalde mediático, lo llamaban los jóvenes-, no es sinónimo de hablar sin pensar ni de llevar al límite el tonito paisa desabrochado. No es un Rigoberto que acaba de ganar una etapa y, sudoroso y agitado, tiene que atender a los periodistas. No, parce. Lo suyo es sudar otro tipo de camisetas. Está en juego su credibilidad, ¿de ciclista o de estadista?

* Reaccionar en caliente, retar al enemigo, anunciar apoyos apresurados… Estamos hasta las orejas de la politiquería y la peleadera. ¡Por favor! No necesitamos un sheriff que salga a perseguir ladrones o que improvise ruedas de prensa a las puertas de la noticia o que estire nuca por premios que son comprados. Westerns de ese tipo caricaturizan su causa. Con un gerente que no se aproveche del cargo para hacer campaña a la presidencia y que nos devuelva la autoestima y la calidad de vida perdidas en este cuatrienio, quedaríamos más que satisfechos. (Y que no se llene los bolsillos, por supuesto).

* Camuflar un nombre… La mayoría de nosotros tenemos apodos o diminutivos con los que nos llaman en la casa y el colegio: Nana, Checho, Mechas, Tavo, Tita, Fico… Son familiares, cariñosos, informales, pero no nuestra carta de presentación en la vida profesional. Fácil imaginar el (no) carácter que le imprimiría a una directora ejecutiva figurar en el organigrama de la empresa como Mechas, en lugar de Mercedes; o a un gobernante figurar en el tarjetón electoral como Fico, en lugar de Federico. Puesss…, son ejemplos.

Lo de siempre: el espacio se termina antes que las ideas; en este caso las de Fulanita, qué vaina.

ETCÉTERA: Finalmente, un buen deseo -este sí mío- para Gutiérrez: ojalá el triunfo en las urnas no se vaya a deber a que es mejor malo conocido… De usted depende, candidato.

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