Las montañas de mi tierra

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Las montañas nos hablan: son más antiguas que nosotros, y permanecerán acompañándonos muchos años más, si somos capaces de entender su mensaje de urgencia.

Hace más de 70 millones de años, por movimientos al interior de la tierra, calor y otros fenómenos físicos, nos levantamos airosas y formamos la cordillera occidental y la central, las cuales atraviesan el territorio que ustedes llamaron Antioquia. Ese espacio de tierra, donde predominamos, alberga varios pueblos y comunidades en las cuales ustedes construyen sus casas, vías, calles, puentes, viaductos y túneles, y en el cual se reproducen y tienen hijos, andan en sus carros, construyen casas y edificios a una velocidad pasmosa.

Tan acelerada que no es posible recordar lo que había en ese valle hace 200 años, solo un pequeñito espacio de nuestra vida.

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Nosotras llegamos mucho antes que ustedes: hemos visto muchas más puestas del sol y correr más agua proveniente de la lluvia, y hemos escuchado muchos más truenos y pájaros que ustedes. Los hemos visto crecer y expandirse en algunos casos de forma ordenada, pero también en desorden, sin planeación, como semillas que caen de un gran árbol, que va dejando rastros en el suelo, pequeños ranchos que se convierten en viviendas para familias, formando barrios enteros.

Pero, a pesar de esto, ustedes creen que son los dueños de nosotras; nos penetran con sus carreteras, vías, puentes y túneles, y parecen desconocer que finalmente nosotras llevamos tanto tiempo aquí, somos tan grandes y fuertes, que son ustedes quienes se hacen daño a sí mismos. Hemos perdido, a raíz de sus acciones, capacidad para infiltrar el agua de las tempestuosas lluvias que han caído en los últimos meses en sus pueblos, indefensas ante tal fuerza del cielo. Hemos intentado hablar con las nubes, pero ellas, ciegas y enfurecidas, lanzan rayos y agua en forma de piedritas de hielo. Cada que esto pasa, nos preocupa mucho no poder ayudarles, y vemos, con preocupación, cómo el valle se llena de agua, se inundan casas, edificios y barrios, y nos da mucha tristeza ver que su vida está en riesgo.

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Nuestra vida no está en riesgo, humanos, nosotras seguiremos aquí por millones de años más, pero a ustedes les queda poco tiempo, si continúan afectándonos. Por ejemplo, por la tala de árboles, hemos perdido fuerza de absorción y de retención de nuestras laderas y miramos las casas que han construido con miedo, pues tememos aplastarlas y matar, sin querer, a algunos de ustedes. Nosotras no queremos matar a ningún ser vivo, para nosotros son importantes las vacas que comen nuestro pasto, los pájaros que están en los árboles, los peces que nadan por nuestros ríos, y hasta los más ínfimos animales y organismos que viven sobre nosotros; y también nos preocupan los humanos, pero no nos preocupan más que otros seres; finalmente es un ser más, un ocupante más de este planeta, el cual no ha podido entender que necesita cuidarlo para sobrevivir.

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