Las consecuencias de hacer de la asamblea una guachafita

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La asamblea de copropietarios es para algunos residentes un campo de batalla o motivo de ausencia bajo cualquier excusa
asambleas
Para los expertos, una de las sanciones podría ser que se tomen decisiones sin tener en cuenta a los ausentes

Por Daniel Palacio Tamayo

¿Para cuántos de los copropietarios de unidades residenciales, la citación a la asamblea anual está acompañada de una queja? ¡Qué pereza! ¡Ir a discutir allá! ¡Cómo es de larga y de cansona! Son pocas las excepciones en las que estos encuentros entre vecinos para definir el futuro del lugar donde viven o tienen invertido el dinero de su futuro, se hacen de forma eficiente y cordial.

“Estamos muy cerca de puertas, pero muy lejos de corazones”, asegura Alfonso Álvarez, director de Asurbe, entidad que agremia un buen número de administradores y unidades residenciales. Álvarez denuncia que se han dado casos de conjuntos donde “se forman bandos y se preparan para medir fuerzas en las asambleas y ver quién tiene la capacidad de elegir por ejemplo al presidente”.

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Tanto Mario Marín, como Juliana Cano, administradores de urbanizaciones y parcelaciones en El Poblado y el Oriente antioqueño, las asambleas son el momento definitivo de la evaluación y la toma de decisiones más importantes para el destino de quienes al tiempo de vecinos, son socios de unas zonas comunes.

Según la experiencia de Marín “la dificultad más grande es cuando se van a tomar decisiones que exigen mayoría calificada, por ejemplo, cuotas extras que superen cuatro veces las expensas comunes necesarias, reformas de reglamentos requeridas para afectaciones de zonas comunes, reformas arquitectónicas o de fachadas”. A consideración del director de Asurbe, en El Poblado se da un elemento adicional: “Viven personas que por lo general toman decisiones en cargos muy altos, pero no en una comunidad pequeña”, por lo que agrega, muchas personas conciben un consejo de administración como “sinónimo de arriesgar la tranquilidad y el bienestar”.

La seguridad y el mantenimiento son las mayores preocupaciones de las copropiedades ubicadas en estratos altos, según Alfonso Álvarez, quien asegura que el tratamiento de otros temas como la convivencia pueden ser más difíciles en estas comunidades por “la indiferencia y la soberbia de algunas personas”. Tan importante como un buen administrador, es un equipo de propietarios interesados por conformar el consejo, donde no solo se discuten los problemas macro y micro de la comunidad, sino que se le hace seguimiento y veeduría al trabajo de la administración, evitan malos manejos y estructuras de poder que dividen la comunidad.

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La invitación desde Asurbe es a tomar las asambleas como un encuentro para planear el destino común de las unidades residenciales, pues estos son “entes vivos y dinámicos”. Por ejemplo, explica el experto, una familia que llegó con un niño de 8 años en 10, ese niño tendrá 18 y se podrá ver enfrentado a problemas como la drogadicción y en ese sentido pensar cómo se tendría que trabajar desde la administración de la copropiedad para evitar estas problemáticas sociales o tenderle la mano a un vecino en caso de necesitarlo.


Aprobaron una cuota extra entre 12 propietarios y hubo escándalo
La administradora María Patricia Restrepo recuerda que en una copropiedad de San Lucas se decidió en la asamblea una cuota extra equivalente a un mes de administración. Sin embargo, asegura que a esa cita solo fueron 12 propietarios de 62 que tenía la urbanización, por lo que el escándalo fue mayúsculo cuando llegó la factura doble, debido a la cuota aprobada en la asamblea.

El dinero recaudado se destinaría para la instalación de una cerca eléctrica y otros sistemas que mejoraran la seguridad del conjunto. Debido a la inconformidad que tal decisión desató en la unidad residencial se tuvo que acudir a nuevas reuniones de socialización y otras actividades para convencer a quienes no habían pagado la cuota adicional. En algunos casos, asegura la administradora, se tuvo que acudir a cobro coactivo porque no lograron recuperar los 20 millones de pesos invertidos por la administración en los nuevos elementos de seguridad.

Otros casos, tienen que ver con el recorte de presupuesto aprobado en estas asambleas, por lo que asegura, se tienen que reducir gastos en eventos sociales o en el número de visitas del administrador a la copropiedad. Sin embargo “los mismos que votaron por la reducción del presupuesto, son quienes primero hacen el reclamo”.

 

Hay que castigar para que tomen consciencia de la vida en comunidad
Porteria Surabaya

Nancy Velásquez, administradora de la urbanización Surabaya, recuerda cómo se tomó la decisión de construir una nueva portería sobre Los Balsos. A esa asamblea asistieron 52 propietarios y hubo 30 poderes, lo que quiere decir que solo hubo 7 ausentes.

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Con los presentes se realizó la votación y el 74 por ciento de los propietarios le dio el sí al proyecto, lo que no lo ha librado de una división al interior del conjunto residencial entre quienes están a favor y quienes no, como lo registró Vivir en El Poblado en la edición 653. Pese a estos tropiezos el proyecto sigue su trámite en la Curaduría Primera de Medellín.

Según la experiencia como administradora de Velásquez, “no es elegante cobrar multa, pero si no es por el castigo, no tomamos consciencia de que estamos viviendo en comunidad”.


 
Crece problemática de la parahotelería

El fenómeno, tanto en hostales sin registro como en apartamentos subarrendados de unidades residenciales, toma cada vez una dimensión mayor, según denuncia Elisa Sánchez, directora de Corpoblado. El llamado de la líder cívica es a documentar muy bien ese tipo de casos para facilitar el accionar de las autoridades.

Hasta el momento a Corpoblado le ha reportado 28 casos en esta comuna, además de otros en Rionegro, Laureles y hasta Santa Fe de Antioquia donde también se estaría presentando una problemática similar. Todas estas denuncias se pondrán en conocimiento de la Secretaría de Seguridad para coordinar un operativo con el Viceministerio de Turismo.

“Lo que estamos viviendo es muy miedoso y no se ha visto la verdadera dimensión”, asegura Elisa Sánchez, quien tiene conocimiento de casos de unidades residenciales donde han entrado hasta buses con mujeres “que se bañan desnudas en piscinas con presencia de menores de edad y consumen alcohol y otros alucinógenos”.

Por su parte la Subsecretaria de Turismo de Medellín, Juliana Cardona, afirmó que desde esa dependencia se tienen campañas para promover la formalización y legalidad en el gremio hotelero, al igual que un turismo responsable, debido al incremento en el número de visitantes que viene reportando la ciudad.

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