Hay que protestar, hay que proponer, pero hay que saber cuándo

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Un grupo de ciudadanos rechaza el proyecto de ampliación de la avenida 34, en Provenza. La Alcaldía los había invitado en octubre para ofrecerles información, pero la asistencia fue de ocho personas. La obra, por Valorización, apenas se repone de una suspensión de dos años

Hagamos viral esta protesta, decían los comerciantes de Provenza. Vecinos dedicados a la restauración, los bares, el turismo, preocupados por el impacto que tendrán las obras de Valorización en el que definen como el sector más lindo de Medellín, apenas una semana atrás se enteraron del inminente inicio de la ampliación de la carrera 36 y, preocupados, se propusieron cuestionar el proyecto público y convocar a los funcionarios responsables.
Representan 197 establecimientos, dicen generar más de 2.000 empleos directos y temen que el barrio cambie para siempre. Entonces demandan “seguir como estamos”: parquímetros, mobiliario particular en áreas públicas, entorno de barrio en el que se camina y un componente de árboles intacto, que además es hábitat de fauna.

Divulgaron un video realizado en las calles del barrio, quisieron hacerlo viral para sumar dolientes y, en efecto, lograron la presencia de los funcionarios responsables.
Pero ¿debe seguir Provenza como está? Hay razones para pensar diferente: por ejemplo, su movilidad vehicular y peatonal no es amable ni eficiente, sin mencionar asuntos de inseguridad general.

A la Alcaldía también le está fallando el sentido de oportunidad: procura iniciar obras sin disponer de todos los diseños para los tramos de vía ubicados hacia el norte de la calle 10.

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Cuestionar las decisiones de los entes públicos es un derecho, en ocasiones una obligación, y proponer alternativas de solución es un deber ciudadano, más cuando se prevén desequilibrios y hay posibilidades de afectación general, que la Valorización de El Poblado sí que las ha sabido sumar. Pero también es clave el sentido de oportunidad.

Esta obra valdrá 14.600 millones de pesos (181 mil millones, el tramo completo, entre La Aguacatala y Las Palmas) y ya enfrentó un proceso en contra, que la tuvo suspendida durante dos años por exigencia de otro ciudadano inconforme ante la tala de árboles de eucalipto que requería en la zona de Vizcaya Real y Piqueo. Justo por esa defensa de los eucaliptos, la Alcaldía determinó hace trece meses que la ampliación de la vía no sería por la carrera 34 sino por la 36, el sector hoy en cuestión.

¡Qué descalabro sería verla extraviarse otra vez entre despachos y abogados! Enfrentar la obra dos días antes, y no cuando fue anunciada por Alonso Salazar en 2009 o hace trece meses, con el cambio del trazado, con personal y maquinaria ya instalados en la zona, puede representar costos significativos para los mismos contribuyentes de la Valorización y la extensión en el tiempo de la que la Alcaldía y sus ingenieros han presentado como solución clave de movilidad.

Hay que opinar y proponer, pero también hay que informarse. Un mal manejo de la 36 puede derivar en pérdidas para todo El Poblado.

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