“Estar a la intemperie es estar al sol y al agua”

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Intemperie es también una muestra de arte. Siete visiones de la naturaleza y los paisajes con la curaduría de Lucrecia Piedrahita

Lucrecia Piedrahita, curadora. Foto cortesía

Por Saúl Álvarez Lara

¿Desde dónde se construye el paisaje? es la pregunta con que abre el catálogo de la exposición Intemperie en las salas del Museo El Castillo. Es una pregunta con una extensa respuesta que la muestra, con curaduría de Lucrecia Piedrahita, intenta responder en las propuestas de siete artistas.

“El concepto de paisaje ha cambiado, dice Lucrecia. Para entender esto es necesario diferenciar los conceptos de naturaleza y paisaje. La naturaleza es aquello que nos es dado, que no rodea y ahí está. El paisaje, en cambio, es aquello que el sujeto construye, es el lugar, el punto donde ponemos un marco y delimitamos la vastedad de la naturaleza”. En Intemperie hay paisajes interiores, paisajes donde el cuerpo es el territorio; donde la mirada traduce una nueva versión de la naturaleza; también hay paisajes que vienen del recuerdo.

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Vista general de la exposición Intemperie. Foto Juan David Caicedo

Intemperie es una exposición para mirar con cuidado, para vivir como se vive la relación con el entorno cada día, solo que en este caso se trata de la “vivencia” o “de lo vivido” por los artistas e involucra al espectador en las contingencias que propone la imagen, la luz y la sombra, el sonido, el color, la composición y el tiempo, sobre todo el tiempo. Intemperie es una mirada a la estética contemporánea del paisaje y la naturaleza, como reza la definición de la exposición.

Lucrecia Piedrahita es una “observadora de oficio”, según su definición de la función del curador. Tiene estudios en museología, curaduría, periodismo urbano, estudios políticos, y también es estudiante, docente, columnista, bloguera y apasionada por su trabajo. “Cada curaduría, dice, requiere un trabajo previo y riguroso de investigación”. En el caso de Intemperie, le tomó más de seis meses definir los artistas, las obras y el sentido que debía tener la muestra. Cuando reunió a cuatro artistas con trayectoria internacional: Alexandra McCormick, Adriana Salazar, Edwin Monsalve y John Jader Bedoya, y tres nuevos talentos: Sara Olier Brome, Ángela Torres y Alejandro Muñoz, comenzó el proceso de selección con unos y de seguimiento con los otros. Durante ese tiempo concibió la muestra, la armó, agregó y quitó elementos, hasta llegar a lo que hoy es posible ver en las salas del Museo El Castillo. Intemperie reúne, en paralelo, las miradas de artistas consagrados y de artistas nuevos y propone al público que asocie estas maneras de mirar, que saque conclusiones o, por lo menos, que salga de la sala con preguntas sobre lo visto, porque, agrega Lucrecia, la formación de públicos es una labor fundamental del curador y del Museo.


Vista general de la exposición Intemperie. 

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“En esta muestra cada artista propone un discurso, dice Lucrecia, el curador genera los vínculos entre esos discursos y plantea un espacio sensorial. Es el caso de Intemperie donde el factor tiempo está latente. Edwin Monsalve, por ejemplo, dibuja con línea de petróleo, el aire oxida el petróleo, altera la línea y el tiempo genera otros dibujos; lo mismo sucede en una instalación del mismo artista, el derrame literal, sobre un vidrio, de un cubo de petróleo que se oxida con el paso del tiempo, genera formas nuevas. El tiempo también es importante en la obra de Sara Olier Brome porque en ella se mezclan el día, la noche, el atardecer y la corriente de un río que suena en toda la sala. Intemperie es una exposición táctil, sensorial, tiene video, tiene sonido, tiene una carga de materia tremenda con la pintura de John Jader Bedoya donde es posible encontrase con ramas, palos, brea. También en el sol negro de Alejandro Muñoz el tiempo está presente. En la obra de Adriana Salazar el tiempo se mide en la presencia corporal de los espectadores: se trata de una instalación oscura que se activa cuando un sensor registra la presencia de personas y genera los pálpitos del corazón en una mezcla de hilos que se rozan para que haya luz, un elemento efímero que aparece y desaparece. Ángela Torres y su mirada urbana muestra paisajes tan duros como los que se ven a diario en el metro de Nueva York, sin embargo no se trata solo de la exposición del elemento urbano, se trata de la sutileza con que lo representa, de la carga de energía, movimiento y tiempo que cada imagen lleva en ella. La obra de Alexandra McCormick es sutil, su familia desplazada del Catatumbo nunca pudo volver a sus tierras. Alexandra recupera las instantáneas que quedaron en su recuerdo de cuando dejó de ver aquello que le perteneció en una caja que la gente abre y, por la intervención de una luz ultravioleta, ve un paisaje no pervertido por la violencia o la guerra; se trata del paisaje bucólico que ella recuerda de su niñez…”. Podemos hablar mucho más de la exposición y las obras, pero quizá sea mejor verla en persona. Intemperie estará abierta al público en el Museo El Castillo hasta el domingo 29 de mayo.


Ángela Torres. “Vacíos”.

Una conversación con Lucrecia Piedrahita acerca de su trabajo como curadora no puede limitarse a un espacio o a un tiempo, hay muchas cosas para hablar: de sus proyectos, que son muchos; de sus futuros viajes y sobre todo de ese oficio de observadora que lleva a todas partes. Con seguridad tendremos otras ocasiones para abordar el trabajo del curador, cada vez más importante, en esta contemporaneidad, plena de comunicación, de imágenes, de arte, que nos obliga a ver más o, por lo menos, a intentar a ver mejor.


Edwin Monsalve. De la serie “La imposibilidad del paisaje” Iceberg.

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