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El Poblado del futuro

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El Poblado del futuro
 
     
 
¿Cómo se transformará El Poblado con el actual ritmo de crecimiento del parque automotor? Que sepamos, no hay proyecciones confiables que indiquen cuántos carros más caben aquí, ni cuántos van a llegar en el futuro inmediato. Ni tampoco hay datos de cómo eso va a afectar a ciencia cierta, no solo la movilidad, sino la calidad de vida de las personas con problemas respiratorios y alérgicos debidos a la contaminación actual. Se intuye que esos problemas serían peores.
La contaminación en el Valle del Aburrá no da tregua y las cifras que se conocen sobre la calidad del aire, con los 700 mil carros que ruedan diariamente en el área metropolitana, son cada vez más alarmantes. Lo de la mala calidad del diesel no es cuento. Y claro, la gran mayoría de los automóviles particulares usan gasolina, y los que usamos aquí en El Poblado, donde compramos la mayor parte de los carros nuevos que llegan a Medellín, es extra. Pero la gasolina que tenemos, a pesar de que pagamos por ella precios del primer mundo, es de una calidad del tercero. ¿Consecuencias?: Las salas de emergencias de las clínicas son visitadas cada vez más por niños y ancianos para los que respirar es más difícil, entre otras razones, por la mala calidad del aire.
Ya sabemos que el Estado no es capaz o no quiere enfrentar este problema con la velocidad y decisión que se requiere. Cada vez habrá más carros en las calles, que a su vez parecerán cada vez más estrechas y escasas por el crecimiento vertiginoso de los tacos. La pasada temporada de lluvias, la de abril, fue crítica para muchas personas a las que las gripas se les complicaron y así será en la siguiente y la tendencia es que cada vez será peor. En abril, el Alcalde habló tímidamente de quizás implementar un pico y placa ambiental; también dijo que iba a negociar con Ecopetrol para que vendan aquí un mejor diesel. Y ahí va con eso, al ritmo de las cosas oficiales. Pero este es un problema que no espera.
Nos corresponde a quienes vivimos aquí empezar a buscar soluciones, y aplicarlas cuando las tengamos, pues si esperamos la acción estatal, estamos destinados a una crisis no solo de movilidad sino de calidad de vida de grandes proporciones. Habría que empezar por analizar cómo el transporte público podría ser una alternativa para disminuir el número de carros en las calles; pero por supuesto, no el transporte público que conocemos, sino uno que responda a nuestras necesidades específicas de movilidad y calidad de vida. La alternativa, quedarnos sentados esperando a que las cosas se arreglen solas, probablemente no sea la mejor.
 
 
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