El Alumbrado Navideño es inconstitucional

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Con un fuerte patadón de zurda, los integrantes de la Selección Colombia de Tontos Cotudos y de Capirote que reformaron en 1991 la Constitución de 1886 sacaron fuera del campo la palabra DIOS, esa con la que empezaba el texto de Núñez and Company: “En nombre de Dios, Fuente Suprema de toda autoridad…”, y por contera y encima también nos arrebataron el título sacratísimo de “República consagrada al Corazón de Jesús”, con todos los demás ominosos etcéteras y salvajadas que esto llevó consigo. Pero, curiosamente, y por la abulia o pereza genética que nos caracteriza como semejantes del Homo Costeñus, quedaron en pie y para siempre de todos los jamases una cantidad de festividades paganas tales como Circuncisión del Señor, Inmaculada Concepción, Navidad, Año Nuevo, Reyes Magos, San José, San Pedro y San Pablo, Asunción de la Virgen, Todos los Santos, Semana Santa: Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo, Domingo de Pascua, Ascensión del Señor, Corpus Christi, Sagrado Corazón, y esto sin incluir la multitud de fiestas religioso-municipales que prácticamente cada semana son objeto de bebetas a lo largo y ancho del país con su respectiva cuota de asesinatos santos y apasionados ya que cada pueblo tiene su Virgen o su Patrón. Esto lo escribo el lunes 25 de junio –lo juro por mi editora- cuando acabo de ver en el periódico de Envigado tres fotos espléndidas donde recortadas sobre cielos azules campean las figuras de varios obreros que en las alturas de postes cuasitotémicos empiezan a fijar y tensionar los cables que sostendrán el cableado y otras estructuras de adorno para la próxima Navidad a lo largo de la quebrada o alcantarilla denominada “río Medellín”. La visión de estas fotos me despertó de inmediato al tinterillo atávico que todos los colombianos llevamos dentro, para reflexionar así: Si DIOS no figura ya en la Constitución desde 1991, es absolutamente ilegal e inconstitucional que se destinen dineros públicos a financiar esta clase de obras que valen algunos miles de millones de pesos, con destino a obras que celebran los ritos de una religión extranjera –en este caso la Católica Romana y por adición las miles de iglesias de garaje que pululan en la aldea. Por simple sentido común, el Estado, o en este caso el Municipio, debería celebrar con dignidades similares las festividades de otras religiones, sectas o etnias establecidas en la ciudad por los desplazamientos forzados o por tradiciones que vienen de años: en la ciudad habitan cantidad de ciudadanos judíos y árabes, por ejemplo, que deben realizar sus fiestas de manera clandestina y vergonzante, sin ningún apoyo público. DEMANDO, entonces, de manera SIMBÓLICO-PENAL, al Municipio de Medellín por la destinación ilegal de fondos públicos al servicio de diversas religiones cristianas desde este mes de junio y hasta enero de 2013, y proclamo como mi único escudo y defensa mística la consigna que aparecía impresa en la estampita de mi Primera Comunión el 29 de junio de 1960, día de San Pedro y San Pablo: “Hoy por fin, Niño, te sigo/ Hoy por fin mi vida empieza/ Mi alma blanca toda reza/ Purificada en tu unción/ Y quede en la Cruz contigo/Ya desde esta Comunión”. ¡Retrocede, Satanás!
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