Defensores de la música sinfónica reclaman inversión

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“No estamos pidiendo limosna ni donaciones, estamos diciendo apóyenos en los servicios que estamos ofreciendo”
Ensamble de percusión Sinfónica de Antioquia

Por Laura Montoya Carvajal
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Ricardo Madrid Builes
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La semana pasada se abrió en Vivir en El Poblado una discusión por el estado actual de la música sinfónica en la ciudad, y la sostenibilidad de las agrupaciones que la interpretan. El columnista y exdirector de la Orquesta Filarmónica de Medellín, Alfonso Arias, plantea que estas organizaciones, con gran “riqueza sonora” y alta versatilidad para interpretar todo tipo de repertorio, son juzgadas como “el gusto de una minoría” que tal vez no requiere apoyo de entes públicos y privados. El mismo apoyo que él pide más adelante en su columna ¡Hay que salvar la Orquesta Filarmónica!

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Filarmónica de Medellín. Fotos archivo Vivir en El Poblado

La directora ejecutiva de la Orquesta Sinfónica de Eafit, Hilda Olaya, concordó con esta posición. Expresó más adelante que una orquesta tiene muchos gastos (su planta de músicos puede alcanzar los 65 intérpretes) y que es necesario un llamado al sector público y el privado: “No estamos pidiendo limosna ni donaciones, estamos diciendo apóyenos en los servicios que estamos ofreciendo”.

Al respecto, la secretaria de Cultura, Amalia Londoño Duque, explica que se han destinado dentro del Plan de Desarrollo 800 millones de pesos para la Filarmónica de Medellín y 100 millones para la Sinfónica de Antioquia y 100 más para la de Eafit. Londoño enfatiza en que “siempre hemos apoyado no solo los conciertos sino también las propuestas”, asegurando que para la Alcaldía es muy difícil sostenerlas porque conllevan grandes gastos por la cantidad de personas que allí trabajan.

Diego Gómez, jefe del departamento de Música de la Universidad de Antioquia, declara que “hay una realidad mundial: las orquestas sinfónicas van desapareciendo. En Colombia tenemos un fenómeno positivo, pero desde el panorama laboral del músico es desastroso: tenemos una gran cantidad de orquestas de tipo juvenil en las cuales el músico no puede ejercer su profesión de manera formal”.

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Gómez describe que el perfil de sus egresados es amplio, justamente porque las posibilidades de un músico de trabajar en una orquesta son casi nulas. “La ciudad en particular no tiene una orquesta profesional: no me refiero al nivel sino a las condiciones laborales. Para estas orquestas no existen convocatorias públicas, y la dificultad para conseguir estos recursos obliga a que hagan contrataciones que a mi modo de ver no dan respeto y sustentabilidad a la profesión”. Cada semestre egresan del programa 30 músicos.

¿Por qué son importantes?
Tanto Arias como Olaya y Gómez sostienen que el presupuesto para la cultura (representada en las orquestas) es insuficiente. Para ellos, la razón es histórica, artística e incluso patrimonial. Diego Gómez asegura que la cultura es el eje transversal de la vida: “Tenemos un legado de piezas maravillosas que no puede dejarse a un lado. Es parte de nuestra cultura y de nuestra condición humana. Por eso deberíamos defenderla”. Olaya pide que se comprenda que “a través de la música se le entrega a la gente calidad de vida: generalmente produce sensaciones agradabilísimas que, compartidas, resultan un modo de convivencia”.

Lo expresa Alfonso Arias en su columna: “Pongamos manos a la obra para salvar la orquesta. Las generaciones futuras no nos perdonarían otro fracaso”.

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