Cuestión de cultura

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Cuestión de cultura
Algunos negocios llegan incluso al colmo de exhibir letreros donde ofrecen llevar el pedido al carro

Desde las páginas de Vivir en El Poblado solemos llamar la atención sobre los pecados que por acción o por omisión cometen las autoridades civiles y de policía en la comuna 14, sobre las decisiones oficiales que generan polémica o descontento en la comunidad, sobre las desidias y descuidos en diferentes campos, como en el mantenimiento de los parques, zonas verdes y espacios comunes. También nos convertimos en puente para hacer públicos los descontentos de los ciudadanos con algunas medidas de tránsito, o con la desatención de la seguridad en áreas específicas de El Poblado, o con la construcción de algunas obras públicas, todo con el fin de visibilizar lo que puede mejorarse y generar respuestas y correctivos oportunos por parte de la administración municipal.
Consideramos que con informaciones de este tipo, un periodismo que pretende ser útil puede contribuir a mejorar la calidad de vida de una población y a generar entendimientos en aras del bien común, en este caso en el barrio El Poblado.
Pero en esta búsqueda del bien común también es necesario enfatizar y ayudar a generar consciencia sobre algunos comportamientos, aquellos en que incurrimos tanto los ciudadanos de a pie como los motorizados, acciones que inciden en el desmejoramiento de la calidad de vida. Los casos son muchos, saltan a la vista en todas las vías y sitios públicos y en muchos de ellos se evidencia un egoísmo que no es propiamente inocuo.
No se entiende, por ejemplo, cómo en una zona de Medellín donde su principal dolor de cabeza es la movilidad, muchos conductores de vehículos privados se estacionen olímpicamente en una calle como la 10 para esperar a alguien o reclamar algo, entrar a una panadería, o esperar el servicio al carro de una pandebonería. Algunos negocios llegan incluso al colmo de exhibir letreros donde ofrecen llevar el pedido al carro. ¡En plena 10!, donde el taco la mayor parte del día se prolonga desde la glorieta de Guayabal hasta la Transversal Inferior. Hechos similares suceden en vías tan congestionadas como las transversales. Cómo mejoraría el tráfico si cada uno se propusiera respetar su propio sentido común, e hiciera un mínimo esfuerzo para no empeorar la situación. ¿Cómo? Estacionándose en parqueaderos o en las áreas permitidas, no bloqueando las cebras, o evitando circular en vehículo particular si no es imprescindible, o simplemente atendiendo las señales de tránsito.
La misma obediencia al sentido común puede recomendarse a aquellos taxistas que se estacionan al borde de avenidas como la de El Poblado a esperar clientes, o conforman acopios en sitios no permitidos, a los conductores de buses que paran a recoger pasajeros en la mitad de la calzada y a los transeúntes que no respetan cebras y semáforos. Es cuestión de cultura. Con seguridad, con un cambio personal de comportamiento, las cosas en El Poblado pueden andar mejor, mucho mejor.

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