Comerciantes de Provenza no aguantan más

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Los habitantes de calle, la inseguridad y el inadecuado uso de las zonas públicas los tiene al borde del desespero


< Kelly Devia

“Llegué hace dos meses a Provenza y empecé a notar muchos mendigos y vendedores ambulantes; también, me di cuenta de que los clientes y visitantes del sector no se sienten cómodos y seguros frente a estas personas, entonces decidí hacer una carta que roté entre los comerciantes del sector para que la firmaran. Esa carta se la dirigí a la Junta de Acción Comunal, para que nos ayudaran a coordinar una reunión con las autoridades a las que les compete esta situación”. Quien comenta es Kelly Devia, la administradora de la repostería De Lolita, localizada en el sector de Provenza comprendido entre las carreras 32 D y 37, y entre las calles 8 y 10 de El Poblado. Fue a partir de la preocupación de Kelly, que líderes locales, comerciantes y autoridades se reunieron recientemente para exponer la situación que se vive en esta exclusiva zona, en donde tal como lo plantean, el problema de la indigencia es creciente. “Los indigentes nos tienen asolados porque son personas que asustan a la gente. Y los vendedores ambulantes -a raíz de que los hostales se han instalado en la zona y del turismo que reciben- han ido apareciendo, supuestamente a vender dulces y cigarrillos, pero según lo que dicen por acá, venden droga”, comenta con preocupación Olga Lucía Correa, propietaria de la panadería Bon Marché, otro de los establecimientos comerciales de la zona.


Carrera 36, barrio Provenza

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A Santiago Solórzano, comerciante del sector, y quien encabeza la Corporación barrio Provenza, le preocupa el deterioro de la seguridad en el sector: “Se han presentado tres incidentes a mano armada en menos de un mes, entre marzo y abril. Uno en Master Sandwich & Co.; el otro, en un salón de belleza que queda al lado; y el tercer robo fue a un cliente cuando se estaba montando a su carro”.

Otro malestar son aquellas personas que de manera informal cuidan carros en la zona. A las 12 de la noche, cuando dejan de operar los parquímetros, los “cuidadores” informales de vehículos entran en la ley de nadie. “Nos dicen: ‘este es mi parquímetro, deme mi plata’; entre ellos se venden los puestos, se dicen yo estoy aquí hasta esta hora y después usted, entonces se ha vuelto una pelotera y una peleadera”, asegura Olga Lucía Correa. “Los impulsadores de los parquímetros trabajan hasta la una de la mañana, pero el permiso para la rumba es hasta las cuatro de la madrugada, entonces son ellos los que le cobran a la gente a esa hora, porque el impulsador ya no está”, concluye Correa.

“Ni al de cachaco ni al de harapos”
Luis Fernando García, inspector de Policía 14 B de El Poblado –inspección localizada en Provenza– asegura que: “A la gente hay que decirle claramente que el hecho de que los habitantes de calle deambulen por el sector no constituye ni una contravención ni un delito. Pensar que nos los vamos a llevar para la cárcel porque están en las calles y las aceras no es posible. No puedo restringirle a nadie que pase por la acera; ni al de cachacho ni al de harapos”. El inspector advierte que la misma comunidad le ha informado que hay personas que dan hasta 50 mil pesos al salir de misa en la parroquia La Divina Eucaristía, situación que según el inspector García incentiva la mendicidad.

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Comerciantes inquietos por los vendedores ambulantes

Percepción errada
Mientras los habitantes de la ciudad tienen la percepción de que el fenómeno del habitante de calle es creciente, el último censo de la Secretaría de Inclusión Social y Familia dice lo contrario. Luz Aída Rendón, subsecretaria de este despacho, asegura que en 2009 fueron contabilizados 3.381 habitantes de calle, mientras que en el censo de enero de 2014 fueron identificados 3.225. Según explica la funcionaria, la percepción de aumento se debe a la ofensiva de la Policía en contra de las llamadas ollas de vicio, luego de recibir una orden del presidente Juan Manuel Santos de acabar con ellas. Es preciso recordar que estos lugares funcionaban tanto como expendios como sitios para consumir, razón por la cual los habitantes de calle, clientes de estos lugares se vieron obligados a desplegarse por toda la ciudad. En cuanto a su presencia en la comuna 14, Rendón advierte que si en un sitio confluye la droga, la limosna y el reciclaje, los habitantes de calle van a querer permanecer y transitar en esa zona. “Como en El Poblado se conjugan estos tres elementos, ellos se movilizan permanentemente por el barrio aunque no permanezcan en él”, afirma la subsecretaria. Mientras vienen y van las opiniones, los comerciantes de Provenza reclaman mayor presencia y control por parte de las autoridades.

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