Historia, arte y espacio público

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El Museo se sale de sus muros y adapta sus montajes a las posibilidades de lectura en medio del ajetreo callejero, muy diferente del espacio silencioso de las salas tradicionales.

Con muy escasa resonancia social, casi en silencio, celebrado sobre todo con actividades académicas, acabamos de atravesar el Bicentenario de la Independencia Nacional.

Parecemos no darnos cuenta de que, según afirma Ortega y Gasset, como persona y como nación somos nuestra propia historia, nuestras experiencias porque, dice, “el hombre es lo que le ha pasado”.

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Carlos Arturo Fernández
Por: Carlos Arturo Fernández

Puede pensarse que no vale la pena el recuerdo de cosas pasadas; pero de ese modo damos la espalda a los problemas éticos y políticos que se desprenden de nuestra historia.

Porque, claro, no se trata de abogar por una vana exaltación de los héroes sino de posibilitar una revisión crítica de lo que somos.

Por eso, en medio de ese vacío, cobra fuerza el gesto del Museo de Antioquia, respaldado por la Alcaldía y el Archivo Histórico de Medellín, al realizar en Parques del Río, dentro del proyecto Medellín a cielo abierto, la exposición El Bicentenario revisado desde la colección.

Siempre es significativo que el Museo salga de sus muros y se piense en el escenario urbano; que adapte sus montajes y discursos a las posibilidades de lectura del transeúnte en medio del ajetreo callejero, muy diferente del espacio reservado y silencioso de las salas de exposición tradicionales. Y, de paso, es importante que, por este medio, se refuerce el potencial cultural, y no solo paisajístico y recreativo, de Parques del Río.

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Por otra parte, con una exposición como esta el Museo de Antioquia, que se afirma como museo contemporáneo de arte, recuerda que en sus orígenes fue, sobre todo, histórico y que uno de sus principios fundamentales es, precisamente, la revisión crítica de la historia.

A esa rica y compleja naturaleza el Museo ha respondido muchas veces en las últimas décadas, no solo con eventos especiales, como la exposición Antioquias que celebró los 200 años de la Independencia del Departamento, sino también con un fundamental rediseño de sus colecciones permanentes.

 

Una reflexión sobre los dos últimos siglos

La muestra que puede verse en Parques del Río pone a dialogar documentos y materiales históricos que conserva el Museo y que se remontan a sus orígenes como museo histórico, con obras de arte que van desde el comienzo de la época republicana hasta el presente, para motivar en el público una reflexión acerca de los procesos vividos por la nación a lo largo de los dos últimos siglos. Libertadores convertidos en dictadores, guerras civiles incesantes, exaltación de los poderosos y olvido de los que nunca cuentan, todo ello vivido durante muchos años como si fuera el curso lógico de una historia celebrada como heroica.

Por eso impacta la manera como a lo largo del último siglo el arte rompe con las lecturas tradicionales del pasado y plantea una mirada crítica que busca formular una lectura (y una celebración) diferente de la experiencia de la nación en estos doscientos años. La muestra lo sugiere de manera muy acertada, en dos recorridos posibles: una historia lineal desde los primeros símbolos patrios hasta la conocida obra de Antonio Caro con el nombre de Colombia en la caligrafía de Coca Cola; pero si se toman muchos de los paneles con los que se ha realizado el montaje y vamos mirando lado y lado de cada uno, se genera la sensación de estar viendo “la otra cara de la moneda”.

De Pedro Nel Gómez y Rafael Sáenz hasta Beatriz González, Antonio Caro, Miguel Ángel Rojas y las fotografías de Luz Helena Castro, y, de manera muy especial, hasta las pinturas de Ethel Gilmour, son obras que plantean otra historia sobre la cual vale la pena reflexionar.

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