“Ahora me dedico a consentir a mi gente”

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Tostaditos Susanita es la historia de una madre cabeza de familia que convirtió una receta casera en una organización que mantiene un crecimiento sostenido.

En la pila de bautismo le entregaron el nombre de Susana, en honor a su abuelita, pero en la casa se lo suavizaron. “Es que en la época mía Susana era el nombre más feo del mundo… hoy en día está de moda”. Y así, con diminutivo, Susanita se sintió tan cómoda que hasta le transmitió el nombre a su producto, a su empresa, y después a sus empleados.

“Mis susanitos”, les dice ella a las 426 personas que derivan su sustento de esa gran empresa que es Tostaditos Susanita. Ya no es la “mandamás” de la fábrica, porque tiene la fortuna de contar con el apoyo de sus hijos, Andrés y Lina Peláez, pero sigue siendo el ejemplo y el motor. “Yo ya me volví una figura decorativa”, dice riendo. “Ahora me dedico a consentir a mi gente”.

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En la celebración de los primeros 40 años de la empresa, un hermoso homenaje realizado en el restaurante El Herbario, Susanita inicia su conversación de agradecimiento con unas palabras para Néstor, “mi primer panadero”, y para Anacleta, la mujer que le ayudó a criar a sus cuatro hijos mientras ella trabajaba.

La historia del nacimiento de la empresa es bastante conocida, porque Tulio Zuluaga, uno de los chefs más mediáticos en este momento en Colombia, la contó en sus redes: “Es que ella es purita inspiración”, dice, y tiene razón. Hace cuarenta años, luego de trece de matrimonio, Susanita se divorció de su esposo, y tuvo que sacar fuerzas para educar a sus niños, de 5 a 11 años. Inicialmente aprovechó las clases de mecanografía que había tomado en la Escuela Remington y las enseñanzas de culinaria de su mamá, y se dedicó a “pasar trabajos a máquina y a dictarles clases de cocina a las amigas del costurero”. Pero, obviamente, no le alcanzaba.

Susanita Posada.
Susanita Posada.

“La receta original me la enseñó mi prima Lucía, con las medidas que ya no se usan: una pizca, un tris, un pocillo escaso de leche, al calor de la vaca”

El punto de giro llegó después, cuando su prima Lucía le compartió la receta del pan y los bizcochitos. La primera cliente fue la mamá, por supuesto, que, con seguridad le dijo: “a mí me gustaron”. Después fueron los vecinos del barrio La Alameda, que abrían la puerta a esa señora que llegaba con una canastica y cuatro muchachitos a ofrecer los paqueticos sellados con un cuchillo calentado en vela.

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“Al principio me compraban por compasión, porque yo llegaba de ojo rojo”, dice Susanita. “Es que yo lloré diez años seguidos, y no me da pena decirlo. Pero me secaba las lágrimas, y me ponía a amasar”. Hasta que se dio cuenta de que los vecinos compungidos no solo compraban una vez, sino varias veces, lo que implicó poner a los hijos a armar tostaditas todas las tardes, después de hacer las tareas. Los productos gustaron, las ventas crecieron… y el resto es historia.

76

mil millones de pesos es la meta de facturación de Tostaditos Susanita para 2025.

1982

es el año de fundación de Tostaditos Susanita.

Con nueva imagen, Tostaditos Susanita sigue siendo un ejemplo de emprendimiento femenino, con productos que se consumen en 30 ciudades colombianas. En los últimos tres años, mientras muchas empresas entraban en crisis por la pandemia, el crecimiento de ventas ha sido impresionante: 14 %, en 2020; 27 %, en 2021; y 30 %, en el primer semestre de 2022.

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Una empresa que mantiene y aumenta permanentemente los puestos de trabajo, y le alcanza para apoyar a las personas más necesitadas. Lina, la hija de Susanita, es puro amor, como su madre. Su mayor orgullo es poder apoyar a la fundación infantil Santiago Corazón y a la fundación Saciar – Banco de Alimentos. Por eso, a Tostaditos Susanita no le queda grande el lema: Amor que sabe.

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