Encima de la mesa

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Encima de la mesa
El fin último, no cesar en el empeño de construir una mejor sociedad

Vale la pena leer a fondo el documento elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, y la Empresa de Seguridad Urbana de Medellín (ESU), y no conformarse con los titulares de prensa. El denominado Estudio exploratorio descriptivo de la dinámica delictiva del tráfico de estupefacientes, la trata de personas y la explotación sexual comercial asociada a viajes y turismo en el municipio de Medellín, tomó como muestra dos sectores de Medellín, uno de ellos El Poblado, y presenta un panorama bastante aterrizado de cómo se desarrollan en nuestro entorno algunos fenómenos sociales, muchos de ellos relacionados con el delito.

Entre las conclusiones que dicho informe pone sobre la mesa están: muchos de los extranjeros llegan por considerar que pueden conseguir sexo y drogas a buenos precios y con bajos niveles de exposición y riesgo de incurrir en delitos; la información que se publica en internet y los comentarios del voz a voz sobre las experiencias de otros viajeros, son factores determinantes para escoger a Medellín como destino para el consumo de drogas y servicios sexuales; el perfil de los intermediarios se ubica en una línea de llegada al lugar de destino: transportistas, botones, recepcionistas, vendedores, administradores de bares y/o restaurantes, son los que establecen los primeros contactos con el viajero y poseen información que los ubica, tanto al trabajador como al viajero, dentro del circuito de los mercados de drogas y servicios sexuales. El estudio, al que nos hemos referido en varias ediciones de Vivir en El Poblado, también concluye que el nivel de intervención y debilitamiento de estas estructuras y mercados en las dos comunas estudiadas (El Poblado y el Centro) es casi irrisorio, puesto que las mismas redes saben perfectamente cuál es el accionar de las fuerzas policiales y las instituciones del Estado.

Es muy posible que un habitante de la comuna 14 no sea un testigo directo de lo que pasa en las centralidades del barrio; generalmente no lo percibe pues hace solo recorridos tangenciales, casi siempre en auto, desde o hacia la urbanización donde habita. Pero estamos convencidos de que por más aislados que nos mantengamos o queramos mantenernos de la realidad que nos circunda, esta termina, tarde o temprano, permeando la burbuja de protección y afectándolo todo y a todos. De ahí la importancia de que publicaciones como la que mencionamos no se limiten a envejecerse en anaqueles oficiales o a ser colgadas en sitios web de poco tráfico. Su relevancia está en que sirvan, de un lado, para un mejor conocimiento del medio en el que nos desenvolvemos, de tal manera que no vivamos a ciegas, bien sea por ingenuidad o por querer tapar el sol con las manos, y, del otro, como insumo para la elaboración certera de políticas públicas, de intervención y de prevención, tendientes a dignificar a los ciudadanos y a erradicar la ilegalidad. El fin último, no cesar en el empeño de construir una mejor sociedad.

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Como decía un funcionario citado por el informe: “Esta situación es desconcertante, nosotros trabajamos incansablemente en la atención y el restablecimiento de derechos, pero si no hay quien trabaje en la prevención, este tema ya se nos salió de las manos, es un problema que está desbordando la capacidad institucional de la ciudad”.

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