El impacto de la pólvora en la fauna

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En la SAO vivimos por las aves, pero ante todo somos naturalistas: aunque salimos a ver pajaritos, admiramos toda la riqueza de fauna, flora y funga que nos encontramos. Nos preocupamos por el buen estado de la naturaleza biótica y abiótica. Disfrutamos de la armonía y buscamos que se conserve.

Diciembre es una época alegre. Podríamos decir que la alegría se siente en el aire. “Ya huele a diciembre”, decimos. Desafortunadamente, ese olor no solo son las natillas y los buñuelos, sino también la pólvora.

Empecemos por reconocer lo bonitos que son los juegos artificiales y la fascinación que generan en todo el mundo, desde tiempos ancestrales. Además de los estallidos, en un espectáculo de pirotecnia se escuchan los “ohhh”, “uaaauu” y “ufffff” por todos lados. (Casi) todos los niños los disfrutan, los novios se van a un mirador a verlos y muchos viejos se emocionan con las luces y los colores. Pero el resto de animales con los que compartimos este planeta, no.

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Empecemos por las aves. Estas criaturas que tanto amamos se aturden fácilmente con la pólvora. En la noche, cuando descansan, un evento de pirotecnia (ya sea controlado o descontrolado, como la famosa “Alborada”) las hace despertar y salir disparadas hacia el cielo, en algunos casos permaneciendo en él hasta 45 minutos. El ruido inesperado y las brillantes luces son fuentes de perturbación para ellas. Los patrones de sueño y alimentación se afectan, y el costo energético de tenerse que desplazar y reubicarse puede ser muy alto. La mayoría no mueren por la pólvora como tal, sino que, considerando su estado de exaltación y la pobre visión nocturna de muchas especies, terminan colisionando contra construcciones, árboles u otros objetos. Algunos padres han sido vistos abandonando los nidos a raíz de estos eventos, dejando a sus polluelos expuestos al hambre o a depredadores.

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Ahora hablemos del contenido de la pólvora: el humo resultante de la combustión es una mezcla de compuestos de azufre, metales pesados y otros químicos tóxicos. Los efectos de estos químicos en los seres humanos se conocen: problemas respiratorios y cardiovasculares. Y vivimos en el suelo. Ahora imaginemos el efecto en las aves, que se encuentran directamente con las nubes de gases tóxicos que dejan voladores y cohetes. Además, los contenedores, cartuchos y otros componentes terminan esparcidos por todas partes y pueden ser tóxicos para las aves, la fauna en general y hasta los niños, incluso mucho tiempo después de haber sido detonados.

Por otro lado, los que tienen mascotas saben el efecto que tiene en otros animales. Muchos perros sufren de ataques de pánico y algunos pueden verse seriamente afectados. Igual puede decirse de la fauna silvestre, la cual puede sufrir desde desorientación, hasta infartos. Pensemos que muchos animales cuentan con sentidos muchos más agudos que los nuestros. Sentidos del oído, vista u olfato magnificados (en comparación con los de los humanos) hacen que muchos animales sean vulnerables a estos eventos.

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Finalmente, y no menos importante, pensemos en nuestra propia especie. Muchos ancianos, personas con autismo, personas con problemas psiquiátricos o con enfermedades que les ocasionan angustia, nervios o dolor intenso, sufren con los estallidos de la pólvora. Su sufrimiento pasa desapercibido en nuestra sociedad y, aunque por lo general somos seres empáticos, nos cuesta priorizarlo sobre nuestra diversión. Ni hablar de los quemados y de los daños materiales que ocasionan los no poco comunes accidentes. Lo ideal sería que encontráramos otras maneras menos impactantes para divertirnos.

No son épocas fáciles. El encierro nos ha enseñado que hay que disfrutar del aire libre, de la familia y los amigos, y de las tradiciones. Sin embargo, también nos ha hecho entender que es importante cuidar lo que tenemos, porque lo podemos perder. Algunas tradiciones son anacrónicas, sobre todo cuando tienen semejante impacto negativo sobre la fauna y la sociedad. ¿Qué tal un diciembre con menos estallidos por la noche y más cantos de aves por las mañanas? ¿Con menos manos quemadas y más manos señalando a las hermosas aves? ¿Con menos angustias y más felicidad? ¡Y con más tiempo para apreciar lo maravilloso que es Vivir con las Aves!

Sociedad Antioqueña de Ornitología -SAO


Vivir con las aves es un espacio de la Sociedad Antioqueña de Ornitología -SAO-, una organización sin ánimo de lucro, que promueve el conocimiento, la divulgación, la investigación y la conservación de las aves de Colombia y el mundo.

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