Caterine

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Simple y sin rodeos: Caterine Ibargüen Mena es la mejor deportista de nuestra historia. Y tengo 3.000 caracteres para tratar de demostrar las razones del por qué.

Primero, por lo que ha luchado. A Caterine Ibargüen la han echado al olvido dos veces, una en lo más alto de su carrera, otra en sus altibajos. En 2008, cuando Caterine Ibargüen había llegado al punto máximo en salto alto (buena, pero promedio) y con coqueteos fallidos en héptatlon, la antioqueña no clasificó a los Olímpicos de Beijing. Ya no llegaba al podio, su físico se desvanecía y hasta la prensa la daba como acabada (estuve ahí, doy fe). Se fue para Puerto Rico, estudió, cambió su especialidad y su vida, y se convirtió en la reina dominante.

Durante 42 meses, y en más de 30 competencias internacionales, nadie, nunca, pudo vencer a la antioqueña. Entre el 17 de noviembre de 2012, en los Juegos Nacionales en Santander de Quilichao, hasta el 5 de junio de 2016, en la reunión de Birmingham, Inglaterra, de la Liga Diamante, Caterine siempre fue la ganadora. Esa imbatibilidad es una marca que, por tiempo, solo iguala Pambelé, pero al que supera por la cantidad de pruebas (Cervantes duró cuatro años y 15 peleas sin ser derrotado). Lo de Ibargüen es abrumador.

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En ese 2016, Caterine logró su sueño: el oro olímpico. Ganó el salto triple en Río de Janeiro, y por primera vez Colombia tuvo un oro en el deporte que cimienta el olimpismo, y que tiene más países participantes y con medalla en la historia: el atletismo. No es lo mismo ganar una medalla en un deporte donde hay atletas de 200 países, que uno donde hay 80 naciones (en comparación, el ciclismo de Río-2016).

Pero ni los dos títulos mundiales, ni el oro, ni la sonrisa tan característica como la victoria, la llevaron a la vida tranquila. En 2017, y luego de perder el Mundial frente a la joven venezolana Yulimar Rojas, las críticas volvieron a Caterine. “A mis sobrinas les hacían bullying en el colegio porque yo había perdido”, dijo en una entrevista hace unos días, tras ganar en la Liga Diamante. “Vivimos en un país que pide perfección”.

Caterine, que estuvo tres meses sin tocar una pista, volvió y lo hizo para hacer historia. Logró el título final del salto largo y el salto triple, un hecho que ningún atleta, hombre o mujer, había logrado en la historia de la Liga Diamante. Es más, es la primera mujer no velocista que gana dos categorías distintas de esta competencia.

Vivimos el mejor momento de nuestro deporte. La última década ha traído 19 de las 28 medallas olímpicas; por primera vez ganamos 2 juegos regionales (Bolivarianos y Sudamericanos), centenares de campeones mundiales en una veintena de deportes, y hasta el tradicional perdedor fútbol tuvo un orgulloso quinto lugar. Y allí un par de nombres sobresalen, Mariana Pajón (única doble medallista de oro mundial), y Caterine.

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Hoy me voy con Caterine Ibargüen. Es la mejor saltadora de triple del mundo y se coló entre las mejores 5 del ranking de largo. Ha vencido el fracaso temprano, que la dieran por retirada y que la tildaran de perdedora. Hoy, a menos de dos años de los Olímpicos de Tokio, nadie puede darla por retirada. Hoy es la mejor de Colombia.

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