Beatriz Helena Casas

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Beatriz Helena Casas
 
     
 
Beatriz cree que cada día es una oportunidad, que hay que disfrutar de cada minuto y no pasar por la vida sin darse cuenta de lo que en realidad es valioso, dándole siempre gracias a Dios.
 
     
 
 
     
 
Después de graduarse de Administración de Empresas de la Fundación Universitaria María Cano, con especialización en Gerencia de Mercadeo y un Diplomado en Bogotá, Beatriz trabajó 18 años en una compañía que en 2007 fue liquidada, y desde entonces no ha vuelto a trabajar, más que todo, por lo que días después descubriría.
3 meses después de asumir su situación de desempleada, se encontraba descansando en su casa cuando observó un comercial en televisión sobre la importancia de realizarse el autoexamen, de inmediato se lo hizo y notó algo extraño en uno de sus senos.
Aunque en los resultados de la mamografía y ecografía no aparecía daño alguno, ella seguía sintiendo el mismo malestar, por lo que sólo fue identificado por medio de una biopsia.
Justo en el momento en que la doctora se lo comunicó, su madre se encontraba con ella y ambas decidieron no usar la palabra cáncer, ni darlo a conocer a su familia hasta que el momento de la operación llegara.
El cáncer era pequeño pero agresivo y por eso la operación debía realizarse lo más rápido posible. Al no tener ni hijos ni esposo, Beatriz se refugió en su hogar con sus padres, con los que ha vivido casi toda su vida, y también con una hermana y un sobrino.
Cuando realizaba el proceso de quimioterapia conoció la Fundación Fundayama, lo que define como conocer otra familia. Allí se motivó al ver mujeres que llevan más tiempo con la enfermedad y a pesar de eso, conservan su felicidad y demuestran que es posible llevar una vida normal.
Con la ayuda de su doctora que siempre le dijo que lo primero era asumir una actitud positiva, y con el acompañamiento y amor que su madre le ha dado hasta ahora, Beatriz se siente físicamente bien a pesar de no poder tomar medicamentos porque su diagnóstico es triple negativo y eso no se lo permite.
Hoy con 45 años, piensa que le dedicó tiempo exagerado al trabajo y estudio, y ahora lo que más quiere es cuidar su salud y velar por la digna vejez de sus padres.
 
 
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