Amantes del papel

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En Días del Libro se reunieron los protagonistas más importantes de la lectura: los libros

Harper Lee jamás se acurrucará en su cama con un computador, no dejará caer sus lágrimas por Anna Karenina sobre el frío metal de una tableta electrónica, ni entrará al corazón de las tinieblas con Mistah Kurtz a través de una pantalla. “Algunas cosas deben suceder sobre la suavidad del papel”, ha dicho la escritora norteamericana.

Así como Lee, obstinados y amantes del papel son muchos de los personajes que visitaron Días del Libro en Medellín, el primero de los eventos del Plan Lectura Viva de la Secretaría de Cultura Ciudadana, para este año. Allí, en un auditorio –y más tarde bajo una carpa– Alberto Salcedo Ramos conversa sobre su oficio como periodista y cronista, sobre escribir y leer, enseñar y vivir la vida. A pocos pasos de donde se escuchan sus palabras, se cruza por el paseo peatonal de Carlos E. Restrepo, Juan Manuel Roca con aquellos poetas anónimos que solo unas horas más tarde se atreverán a leer en voz alta sus textos en el Rincón del Espontáneo. También pasan bajo las carpas y entre la multitud, columnistas, periodistas, profesores de literatura y de escritura creativa; pero sí que pasan a caudales los lectores de la ciudad. Vienen y van como una marea que carga bolsas, arrastra mascotas, sostiene vasos de cerveza; vienen y van como una marea que fuma, que ríe y que cada segundo está preguntando por un título, un autor o pidiendo una recomendación.

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Luis Alberto Arango, cofundador de la librería Palinuro

“¿Tiene la mujer de Marai?”, pregunta un despistado. Luis Alberto Arango, administrador y cofundador de la librería Palinuro lo corrige y decepciona con dulzura: “La mujer justa. No lo tengo, todo lo de Sandor Marai sale rapidito”. Arango ha asistido con los títulos de literatura de Palinuro –lo que él considera el “solomito” de la lectura– a Días del Libro desde hace nueve años, es decir, se conoce la feria como pocos. “La queremos mucho porque Carlos E. Restrepo es un sector muy acogedor y amable, y este evento ha cogido mucha fuerza”, dice. Agrega que son dos días de ventas en una feria en que no les cobran “ni un peso por estar aquí, solo un seguro colectivo que es un costo pequeñísimo”. Palinuro participó este año con 350 libros aproximadamente, y en ambas ocasiones vendió cerca del 80 por ciento.


Iván Hernández, creador de Frailejón Editores

Laura Catalina Blandón,
coordinadora de distribución y ventas de Tragaluz

Aunque ofrece libros muy diferentes a los de Palinuro, cifras similares puede pregonar la editorial Tragaluz, quien participó este año con 400 ejemplares de 30 títulos, y sus ventas se acercan al 70 por ciento de lo exhibido. Juan Carlos Restrepo, editor y cofundador, se siente a gusto con Días del Libro. “La feria ha evolucionad mucho; se queda cortica con dos días”, dice. En Tragaluz, el cuidado y el cariño por las ilustraciones, y el diseño en cada texto, son el fuerte de esta pequeña pero empecinada editorial. Restrepo señala algunos de los libros que ofrecen mientras los clientes se amontonan como coleccionistas, esculcando qué publicación aún no han comprado. La juma de Maqroll, de Antonio García, por ejemplo, es una de los libros que más se ve que curiosean quienes se acercan. Restrepo les sale con una breve explicación de la publicación que deja a cualquiera antojado: “Son las recetas de cocteles de Maqroll, el protagonista de las novelas de Álvaro Mutis”. Más tarde le piden que recomiende algo de lo que han traído a la feria y con cuidado toma de la mesa un bello ejemplar de Cuando los peces se fueron volando, de Sara Bertrand, un texto que se acerca a las pérdidas que a todos nos suceden en la vida, desde los ojos de un niño.

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Con el mismo cuidado y cariño de Tragaluz, se les ve por primera vez en Días del Libro a Frailejón Editores. En su stand, Iván Hernández –profesor de literatura jubilado y creador de Frailejón–, muestra con paciencia y dedicación lo preciosos libros que trae a la feria. En ellos se aprecia el amor por el libro, no solo como texto o como pasaporte mental a otras vidas y experiencias, sino como objeto. Las delicadas hojas de papeles finos están encuadernadas artesanalmente; cada libro es hecho a mano en un proceso que puede tardar seis meses. Frailejón recoge poesía y literatura, contemporánea y clásica. Para la ocasión, Hernández ha traído 50 títulos, entre ellos hay uno por el que los visitantes no disimulan su entusiasmo: Historias de perros, con textos de Iván e ilustraciones de Daniel Gómez. Y entre los clásicos se ve Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, que es texto y libreta de apuntes a la vez.


Pasaje peatonal Carlos E Restrepo

Hernández habla en voz baja, y lo que dice, a pesar del apasionamiento que siente por sus libros, es apenas perceptible en medio del bullicio de la fiesta que se da en Carlos E. Restrepo. La música, la alegría de los lectores, la fogosidad del público y el desbordamiento de libros por todas partes es solo la antesala para lo que queda de 2015: la Parada Juvenil de la Lectura, en junio y la Fiesta del Libro y la Cultura, en septiembre.

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