Nos preparamos bien para el sueño, cuando comemos temprano y liviano y cuando creamos una atmósfera de total oscuridad. También cuando estamos libres de contaminación electromagnética.
El sueño es hermano de la muerte. Cada que dormimos morimos un poco y al entrar al mundo de la noche nos preparamos para la gran noche de la muerte. Si uno entra con consciencia al sueño, se prepara para ese gran momento. Aquí adquiere real dimensión la expresión de Novalis1, quien falleció de tuberculosis a los 28 años: “quien no muere mientras vive, morirá cuando muera”. Lo que puede leerse: es necesario aprender a morir en vida, para no desintegrarnos al morir. Y es que estamos llenos de pequeñas muertes: en las renuncias, en los cambios, en las decisiones cotidianas y en la pequeña muerte de cada noche.
Los seres vivos preparamos cuidadosamente el nacimiento de los hijos. Las aves hacen su nido. Muchos peces y reptiles cuidan sus huevos y los mamíferos desarrollamos una gestación intrauterina, con cuidados especiales e inventamos los cuidados parentales para propiciar el crecimiento y la maduración del neonato. El ser humano es el más inmaduro y frágil de los seres vivos al nacer y necesita una infancia prolongada para lograr su desarrollo. Al contrario, nos preparamos poco para el otro extremo de la vida, que es el paso por el umbral de la muerte.
Al entrar al sueño conscientemente y descansar bien, fortalecemos la vida y preparamos la muerte. Recuerdo el mito de Prometeo, el titán que robó el fuego a los dioses, y por ello es encadenado a una roca; en el día un águila se le come el hígado y en la noche éste se regenera. Este mito es el símbolo del desgaste al que nos condenan los procesos de la conciencia diurna y la regeneración de la vida que es mediada por el hígado durante el sueño. Los procesos anabólicos del hígado son intensos entre 11 p.m. y 3 a.m. Por eso, dormir una hora del día que termina equivale a dos horas después de las 12 pm. Es frecuente la interrupción del sueño alrededor de las 3 a.m. por el cambio metabólico que se da en esa hora.
Nos preparamos bien para el sueño, cuando comemos temprano y liviano y cuando creamos una atmósfera de total oscuridad: la luz artificial afecta la producción de melatonina, hormona de la oscuridad; y cuando estamos libres de contaminación electromagnética (leer la columna de la edición 708 en www.vivirenelpoblado.com). Esto en lo exterior. Y en lo personal-interior, una de las prácticas más efectivas, que es un ejercicio para la voluntad, consiste en realizar una retrospectiva de los eventos del día, práctica que resulta muy útil para quienes tienen gran actividad mental o de negocios y les cuesta ‘apagar’ el ruido de la mente en la noche. Retrospectiva significa mirar hacia atrás y justo se trata de observar los eventos en orden inverso, partiendo del momento de la acostada. Este es un buen entrenamiento de observación que fortalece nuestro cuerpo vital, asiento de la memoria y soporte del pensar. Se trata de observar, entregar y separar, para ir apagando el ruido de las cosas del día y de los pendientes del mañana.
Así que a prepararse para el sueño y fortalecer la amistad con su hermana mayor: la muerte.
1 Filósofo, escritor, Ingeniero de minas. 1772-1801.