50 años de los Centros de Formación Familiar

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Una de las premisas de esta institución sin ánimo de lucro, es formar mejores familias para tener una mejor sociedad

María Cecilia Bravo, presidente y voluntaria
Yolanda Ochoa, directora ejecutiva de Ceff

“El conocer Centros de Formación Familiar (Ceff) me hizo cambiar la vida, esta me dio un giro; porque es tanto el cambio que uno se renueva. Adquirí la capacidad de desprenderme de hechos, costumbres y recuerdos que me causaron dolor y tristeza en el pasado” (Aura María Osorio, participante del Centro El Salvador). “Yo hacía brujería hasta que llegué a Centros. Aquí encuentro tanta paz y tranquilidad, que no volví a hacer trabajos” (Inés, El Carmen de Viboral). “Mi esposa y yo estábamos separados, éramos los papás de la niña y no más. Pero después de asistir a cuatro Encuentros de Esposos, decidimos que nos amábamos y hoy vivimos nuevamente como familia” (Diógenes, Centro Barrio París).

Aura, Inés y Diógenes son solo tres de las miles de personas que han pasado por Centros de Formación Familiar, una institución que cumplió 50 años formando mujeres, hombres, adolescentes y niños. Su objetivo explícito “es lograr transformaciones cotidianas, del día a día; de cada mamá, de cada familia que es tocada por el programa educativo institucional; es hablar de una sumatoria de experiencias que marcan la vida de mujeres, niños, padres de familia y jóvenes”.

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Por eso, desde 1964 esta institución ha centrado el trabajo y la atención en la humanización de las familias. Aunque en aquel entonces Centros ya existía en otras latitudes, solo fue posible que llegara a Colombia cuando mujeres de la época -entre ellas Beatriz Echavarría de Vélez, Isabelita Restrepo de Vélez, quienes hoy habitan en El Poblado, y Amparo Franco, Pastorita Velásquez y Rosa Restrepo, quienes ya fallecieron, abrieron el camino para Ceff.

Diana García, trabajadora social
Fernanda Panesso, animadora responsable

En la historia más reciente de Centros de Formación Familiar encontramos a personas como Fernanda Panesso, del barrio La Cruz. Llegó a Ceff en el año 2008 como beneficiaria de uno de los programas de formación. Cuando terminó el proceso y egresó de Centros, tuvo la oportunidad de vincularse como vendedora de comidas rápidas por intermedio de una fundación que hacía presencia en su barrio. Pero se negó, por una razón esencial: su sueño era trabajar en Centros, con los niños, los jóvenes y la comunidad en general y así se lo manifestó a la trabajadora social Diana García, quien la apoyó. Gracias a su empeño, Fernanda tiene hoy el cargo de animadora responsable. “Cuando me propusieron pertenecer a Centros me asusté porque yo no sabía si era lo mío o no; empecé trabajando con niños y hoy trabajo con adolescentes, tengo a cargo los grupos de jóvenes que hay en Medellín”.

“Es muchísimo más lo que he recibido en Centros que lo que he podido dar; toda la gente con la que tenemos contacto en la institución, nos aporta no solo su experiencia de vida sino su resiliencia…”

La formación en valores, pilar fundamental
“Es muchísimo más lo que he recibido en Centros que lo que he podido dar; toda la gente con la que tenemos contacto en la institución, nos aporta no solo su experiencia de vida sino su resiliencia, su capacidad de sobreponerse a las adversidades, uno aprende eso y lo va incorporando en su vida; estar aquí es un privilegio”, testimonia María Cecilia Bravo, presidente de Ceff y voluntaria hace 48 años.

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Para Yolanda Ochoa de Londoño, directora ejecutiva de Centros de Formación Familiar, el trabajo del voluntariado en esta entidad ha sido fundamental. “La institución es conocida por el voluntariado que tiene; sin este, es muy difícil que funcione, porque es muy comprometido, muy entregado a la labor institucional y ha hecho una labor muy bonita”.

Hoy, Centros de Formación Familiar ya no está solamente en Medellín y su área Metropolitana sino en otros 12 municipios de Antioquia y con las comunidades de Montelíbano y Ayapel, en Córdoba. “Soportamos nuestra tarea en tres pilares: trabajar el proceso de la autoestima, el fortalecimiento familiar, y el de proyección a la comunidad; transversal a esto, está la parte de ética y la formación en valores que es común a todos los procesos”, comenta Yolanda Ochoa de Londoño, directora ejecutiva de Centros de Formación Familiar. Ese trabajo se concreta en programas enfocados en las mujeres, los hombres, las parejas de esposos, de novios, la orientación a egresadas del programa y el jardín infantil para niños y niñas, e hijos de los participantes. Este año, Centros de Formación Familiar benefició a cerca de 2800 familias y a 1200 niños menores de siete años, a 150 adolescentes y a 7500 personas de manera indirecta. La financiación se logra mediante la venta de servicios y alianzas estratégicas con patrocinadores, además de aportes de donantes anónimos.

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