La insensatez de las piñatas modernas

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El mínimo para las piñatas del siglo 21 incluye invitación a la parentela, a los compañeritos del colegio y quizás a los hijos del jefe o de algunos compañeros de oficina (25 ó 30 niños), torta y helado, recreacionista, pinturas para la cara, pizza y película, sorpresas, show de Barney o similar. Queda opcional, aunque es cada vez más frecuente, alguna atracción mecánica como unos brinquitos o similar. Ese es el mínimo.

Piñatas de El Poblado
Casos conocidos por Vivir en El Poblado: Un niño que le pidió de regalo a los tíos un juguete muy caro y que al destaparlo dice “esto es basura” mientras lo hace a un lado para abrir otro paquete más grande. Una niña de cinco años que llora aterrorizada toda la fiesta porque le tiene pavor al payaso que los papás contrataron. Una madre sufre un colapso nervioso en la piñata que organizó para su hija de dos años y a la que asistieron 36 niños. Una piñata para bebés con 60 invitados en la que la apertura de los regalos tomó dos horas y el festejado durmió durante toda la celebración. Un niño de seis años que grita a los cuatro vientos “esto es una estafa” porque en esa piñata no hubo sorpresas.

Piñatas salidas de madre
¿Por qué hay padres que aseguran que esto de las piñatas se salió de toda proporción? Sus argumentos son varios y contundentes. Primero, el valor de las piñatas está por los cielos, en parte porque el número de niños invitados excede lo humanamente manejable. Además, hoy los niños reciben muchos regalos y muy caros, son sobrestimulados y su excitación los hace más difíciles de controlar. Gracias a esto, los padres entran en una competencia desmedida en la que cada piñata debe ser superior a la anterior, pues estas se han convertido en formas de validación social. Para colmo, los días de cumpleaños se han vuelto semanas de fiesta, con varias celebraciones -la de la familia, la de los amigos y la del colegio-, fuentes de estrés que se agudiza con un hecho incontrovertible: los de por sí apretados horarios y presupuestos familiares.

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La cosa va tan representativa de los tiempos que corren, que el tema ya es objeto de estudio en algunas universidades en Estados Unidos, donde el problema parece ser peor que aquí dadas las proporciones de la sociedad de consumo allá y la capacidad adquisitiva de las familias.

La pregunta es pues, ¿por qué las piñatas se salieron de madre? El profesor de ciencias sociales de la Universidad de Minesota, William Doherty, impulsor de una organización de apoyo a los padres de familia para soportar y sobreponerse a la increíble presión del circuito de las piñatas, da estas razones:

1. Vivimos en una cultura de consumo grandilocuente: más, más grande, más brillante, más intenso.
2. Los padres de hoy tienen expectativas muy altas sobre ellos mismos y quieren que cada cosa que hacen con sus hijos sea memorable.
3. El alocado espíritu competitivo de algunos padres hace que cada piñata debe ser superior a la anterior.
4. Otros padres temen que la fiesta de su hijo quede por debajo del estándar esperado, y terminan haciendo y gastando más de lo que hubieran querido.
5. Algunos padres hacen piñatas grandilocuentes como una manera de aliviar la culpa que sienten por no pasar mucho tiempo con sus hijos.
8. Muchos padres buscan la aprobación de sus hijos y tienen serios problemas a la hora de fijar límites y decir que no.

Las consecuencias
Que los padres resuelvan su estrés como adultos responsables, pero ¿y los niños? Ellos se estresan y son sobrestimulados por piñatas que son muy largas y muy controladas. Son abrumados por el exceso de regalos. Asumen que tienen el derecho a  tener cualquier cosa de la que se antojen. Las acosa la envidia con los niños que reciben o tienen más, y siempre hay uno que tiene más.

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Alternativas para los padres
El profesor Doherty ofrece estas alternativas ¿Son viables en nuestro medio? Al menos lucen mejores que el panorama descrito arriba.

1. Piñatas sin regalos, con una invitación que diga que cualquier presente será donado a tal o cual obra de caridad.
2. Piñatas con regalos pero para intercambiarlos entre los niños. A todos les toca un regalo.
3. Piñata simple: una caminata ecológica, encontrar un regalo escondido.
4. Piñatas solo para la familia cercana.
5. Piñatas sin sorpresas.
6. Reducir el número de invitados (solo los niños, sin los padres).
7. Piñata cada dos años, no anual.
8. Regalos hechos en casa.
9. Donar la plata de la piñata a una obra de caridad.

 
 
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