Una declaración de independencia sobre las tablas

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Desde hace 12 años, las obras El Grupo hacen parte de la agenda cultural ordinaria de la ciudad. Su principio fundamental es la autonomía
El Teatro El Grupo en su ensayo en el Centro Cultural Facultad de Artes de la U. de A. Fotos Sébastien Herbiet
Por Laura Montoya Carvajal

Un baile de colores. Actores jóvenes y adultos se mueven en un escenario de madera, con las luces en el rostro y vestidos de lentejuelas. El fondo es negro: los hombres a un lado les gritan a las chicas: “¡Qué piernas! ¡Que repollo!”, y ellas se miran los pies, buscando algo raro.

Se acercan y bailan en parejas. Se apoyan, se abrazan y dan vueltas con la música.

El amor es romántico y sensual/ son dos seres que se quieren, que se sienten,/ Son dos almas que se unen, para amarse, y siempre estar/ Unidos hasta el final.

En un momento, una de las actrices sale a escena sola y grita: “¡No me gusta que me digan mongola!”. El público hace silencio y la ve apretar los puños y salir del haz de luz que la cubría.

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El espectáculo, llamado Amores imposibles, lo actúan 16 individuos, de los 17 que integran el Teatro El Grupo. Todos son mayores de edad y tienen discapacidades cognitivas. Sin embargo, desde hace 12 años hicieron del escenario su lugar.

Beatriz Duque, bailarina, actriz y educadora fue la creadora de este espacio y lo ha dirigido todo este tiempo. En la presentación, vestida como los actores, se escabulle fuera de la luz y los guía en sus recorridos por el espacio. Para ella, el principio fundamental de El Grupo es la autonomía.

Las obras, los montajes y los papeles los eligen entre Beatriz y el elenco. Una parte de sus ensayos, que son tres veces a la semana, se la dedican a hablar y a opinar de los problemas grupales y personales y a tomar decisiones. “Al hablar, al opinar, hemos logrado cuidarnos los unos a los otros”, argumenta la directora.

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Para ella, esto los ha llevado a decidir por sí mismos en muchos casos, enseñando también en sus casas que no son totalmente dependientes de sus padres o cuidadores. “Se dan cuenta de que pueden decidir, opinar y decirle no a la mamá”, asegura ella. Además, ya han estado en Chile, Bolivia y México, todo con sus propios recaudos de taquilla y la gestión de becas y premios.

Claudia Chávez es una de los miembros fundadores de la agrupación, y asegura que el teatro es un espacio para la libertad. Señalando el salón de ensayo y el círculo que hacen sus compañeros, afirma: “Vengo a desahogarme, a deshacer todo lo que tengo adentro y ser libre, como la canción de Elsa (Frozen)”, dice enfática.

La mayoría de los chicos mencionan a Beatriz como un apoyo importante en su vida. Carlos Hincapié, que tiene 43 años, menciona que en El Grupo están sus amigos y amigas y que le ayuda a su cerebro el leer y aprender los textos.

Amores imposibles es la primera obra que crearon colectivamente. Sus canciones y diálogos fueron pensados y elaborados por los mismos integrantes, y hablan de la familia, la amistad, el amor, los momentos difíciles, el teatro y los sueños.

Siendo otro soy yo mismo/ Siendo otra yo misma puedo llegar a ser,/ Es la magia del teatro,/ La que nos lleva a entender/ La grandeza de lo humano/ La esencia de nuestro ser.

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En su propuesta, construyen obras como Alicia el musical, Álbum de bodas (basados en Bodas de sangre), El juicio de Paris (de la Ilíada), Romeo y Julieta, Tiempo sin tiempo, Olowayli y el Rey de los Pájaros y Amores Imposibles. “La gente me pregunta por qué los pongo a hacer obras tan difíciles, pero yo pienso que a los muchachos hay que montarlos en niveles más altos de exigencia y complejidad, no nos podemos quedar toda la vida pensando que como tienen discapacidad cognitiva no pueden dar más, porque de hecho pueden hacerlo”, explica la directora.

Aunque muchos se expresan con dificultad, Beatriz los corrige y ayuda cuando se aprenden sus partes, explicándoles que deben sentirse como el personaje que están interpretando. Ellos imitan y crean sus propias interpretaciones. Sofía Gómez, que tiene 18 años, es la más joven. Aun teme actuar en público pero ya lleva dos presentaciones.

Para Beatriz, el futuro del Teatro El Grupo está en una sede propia. “Queremos ampliar la propuesta hacia la formación porque vienen nuevas generaciones”, dice ella, y sueña con que los actores más experimentados eduquen a los más pequeños.

La fundadora, seguida de todos sus actores, lleva una figura de un globo en sus brazos en la escena final de Amores imposibles. Recorren todo el escenario y lo posan sobre la figura de una casa que sostienen otros de los actores. La obra termina con una canción a los sueños.

Soñamos con que nos miren como personas mayores/ Ya no somos unos niños, somos jóvenes y adultos/ Que tenemos mucho que dar./ No queremos que se rían de nuestra forma de actuar,/ Estamos aquí en el mundo como todos los demás.

Visita la web de Teatro El Grupo teatroelgrupo.wix.com/teatroelgrupo

Fotos Laura Montoya Carvajal

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